Opinión

Carlos A Garcia-Perez: ¿Invadir o liberar a Venezuela?

Cada vez que las autoridades estadounidenses repiten que “Todas las opciones están sobre la mesa” para resolver la crisis venezolana, saltan las críticas y cuestionamientos por parte de intelectuales y políticos de la comunidad internacional, ante la posibilidad de una intervención armada. Por Carlos A Garcia-Perez El argumento principal es que no debe haber injerencia […]

Por Allan Brito
Carlos A Garcia-Perez: ¿Invadir o liberar a Venezuela?
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Cada vez que las autoridades estadounidenses repiten que “Todas las opciones están sobre la mesa” para resolver la crisis venezolana, saltan las críticas y cuestionamientos por parte de intelectuales y políticos de la comunidad internacional, ante la posibilidad de una intervención armada.

Por Carlos A Garcia-Perez

El argumento principal es que no debe haber injerencia externa y que esa crisis deben resolverla los venezolanos.

Lo cual luce de una corrección indiscutible, por aquello al respeto de la autodeterminación de los pueblos y la soberanía de los estados, pero que, en el caso de Venezuela, no deja de ser de una gran hipocresía.

Esas mismas voces que alertan sobre lo “nefasto” de una posible intervención armada en Venezuela nada dicen de la presencia de Ramiro Valdez y sus hombres en ese país dirigiendo las labores de espionaje, persecución, hostigamiento y tortura en contra de los venezolanos.

¿Por qué los cubanos sí y los estadounidenses no?

Apenas este fin de semana pudimos leer que dos aviones rusos llegaron cargados con 100 mercenarios procedentes de Siria y con material para montar una pequeña base de comunicaciones satelitales para el manejo de misiles tierra-aire.

Extrañamente no se escucha ni lee ninguna condena o crítica a esta acción, de parte de quienes esgrimen que solo los venezolanos deben resolver sus problemas. Ni siquiera China se ha pronunciado.

¿Es que la instalación de bases rusas no es injerencia extranjera, especialmente cuando no han sido autorizadas por la Asamblea Nacional como lo establece la constitución venezolana?

¿Por qué los rusos si y los estadounidenses no?

Entre los críticos el principal argumento es el caos y la destrucción que dejan las intervenciones armadas. Pocos parecen recordar que sus cómodas y democráticas vidas actuales son posibles gracias a una acción de este tipo. Como la de EEUU en Europa para enfrentar al nazismo o la que hizo en Panamá para sacar a Manuel Noriega.

Como reseña Roberto Einsenmann Jr en un artículo en The New York Times de 2017: “La invasión estadounidense que depuso y tomó preso a Noriega fue altamente criticada internacionalmente, pero en su mayoría los panameños la catalogaron como una “liberación a manos de tropas extranjeras”.

Pero ¿Cómo era la Panamá de Noriega?

Según un artículo del exmagistrado de la Corte Suprema de Panamá Arturo Hoyos Publicado para  The Financial Times en 2011, “ pobreza superior al 40%, altísima desigualdad (el coeficiente de Gini estaba cercano a 60, segundo en la región después de Brasil); una reducción severa en el producto nacional; las cuentas bancarias fueron congeladas de manera que por un tiempo vivimos en una economía de trueque; manipulación electoral perpetrada por el régimen de Noriega que había anulado las elecciones ganadas por la oposición. Parecía que habíamos entrado en el infierno de Dante: existía muy poca esperanza pues las protestas pacíficas de la oposición fueron infructuosas y los pocos miembros del ejército de Noriega que trataron de derrocarlo fueron violentamente derrotados y algunos torturados y asesinados”.

Veintidós años después de la intervención militar norteamericana que derrocó el régimen de Noriega, Panamá tenía la tasa más alta de crecimiento económico del Hemisferio Occidental, un desempleo cercano al 4% (desempleo abierto al 2.9%) y la pobreza había sido reducida al 29%, todavía una cifra elevada pero muy inferior a la prevaleciente en los días del régimen de Noriega.

El caso de Venezuela guarda similitudes con el de Panamá, pero sigue siendo único.

Los habitantes de la nación caribeña literalmente han sido secuestrados por una banda de corruptos narcotraficantes que se han enriquecido groseramente a costa del empobrecimiento de su pueblo.

Los venezolanos desde 2014 se han mantenido en las calles con manifestaciones multitudinarias que han sido reprimidas a sangre y fuego por el régimen. Una población desarmada que reclama su derecho a una verdadera democracia y libertad.

Pero un secuestrado inerme no puede salir solo de esa situación, necesita que fuerzas exteriores le liberen.

Con la juramentación de Juan Guaidó como presidente interino, luego de las espúreas elecciones realizadas por el régimen para auto otorgarle otro período a Nicolás Maduro, la oposición, con el apoyo de casi 60 naciones democráticas, ha desarrollado una nueva estrategia: la de ir rebanando el poder del régimen, una estrategia que le ha ido funcionando.

Pero, para bien o para mal, requiere de templanza y paciencia -que no muchos tienen en este momento- para lograr los resultados que el pueblo venezolano quiere: el cese de la usurpación por parte del régimen de Maduro.

Mientras la crisis en Venezuela se acentúa con su estela de muerte y destrucción, se justifica que “todas las opciones estén sobre la mesa”, especialmente la que nadie quiere. Especialmente si la “que nadie quiere” logra los resultados positivos que se alcanzaron con  la invasión a Panamá.

Carlos A Garcia-Perez es un abogado experimentado que ha representado a compañías de Fortune 500 en las Américas. Durante la administración de Barack Obama fue director de Radio y TV Martí.

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