Opinión

Carlos Escaffi: Perú, donde lo político si salpica lo económico

Pareciera ser que, cada vez que al Perú le empieza ir bien, fuerzas inexplicables hacen todo lo posible para generar inestabilidad, división y anarquía; recurriendo a viejas prácticas propias de tratados cuestionables que afirman que para reinar hay que dividir. Por Carlos Escaffi  Particularmente, en los más de 22 años que conozco al Perú profundo, […]

Por Allan Brito
Carlos Escaffi: Perú, donde lo político si salpica lo económico
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Pareciera ser que, cada vez que al Perú le empieza ir bien, fuerzas inexplicables hacen todo lo posible para generar inestabilidad, división y anarquía; recurriendo a viejas prácticas propias de tratados cuestionables que afirman que para reinar hay que dividir.

Por Carlos Escaffi 

Particularmente, en los más de 22 años que conozco al Perú profundo, cada vez que me preguntaban sobre el ruido político o alguna situación controvertida que eventualmente impactaría en su auspicioso desempeño económico que data desde el 2003 presentando tasas promedio de 5% anual, mi respuesta era que Perú separaba muy bien lo político de lo económico, de hecho, la sensación era que se manejaban por cuerdas separadas; pues bien, hoy dicha afirmación no la expresaría con tanta seguridad, pues tantas veces “el cántaro ha ido al agua que terminará por romperse”.

Y es que el propio Ministerio de Economía y Finanzas del Perú, ha considerado que la proyección del crecimiento del Producto Bruto Interno será de 3,0% y no de 4,2%, como inicialmente proyectó para el cierre del actual periodo; incluso, medio punto menos que la señalada por el presidente Vizcarra en su último mensaje a la Nación el pasado 28 de julio.

Es incomprensible que, cada vez que el Perú empieza a presentar una velocidad crucero, una conducción automática propia de un tren bala imparable, se le empieza a colocar trabas, levantamientos, posturas trasnochadas anarquistas en donde simplemente, si no se está de acuerdo, se vulnera el Estado de derecho, diciendo no al desarrollo, no a la inversión, no al Perú.

Por otro lado, debe entenderse que la institucionalidad de la República jamás debe ser fracturada, la voluntad popular es la expresión más sublime del Estado de derecho y por consiguiente debe ser inmaculada y respetada por sobre cualquier situación, incómoda o no, respetada per se.

Hoy, bajo ningún motivo, el Perú se debería permitir generar climas de angustia, confusión, exponerse a reclasificaciones internacionales que afecten su grado de inversión. Hoy, más que nunca, el Perú tiene que ser capaz de hacer cumplir las reglas de juego, mostrar estabilidad y certeza jurídica, política y económica por sobre cualquier situación.

Gerente general en IMAGINACCION Perú, docente en la facultad de Gestión de la PUCP y ex funcionario de PROCHILE

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