La residencia de Consuelo Loera, madre del Chapo Guzmán, está ubicada en el municipio de Badiraguato, Sinaloa. La vivienda se destaca no solo por encontrarse en la parte intermedia de un cerro, sino, también, por sus colores rosa y marrón, según difundió lapatilla
Por Redacción Miami Diario
Lo cierto es que la señora ha estado en medio de la controversia esta semana, luego de que durante una gira por Badiraguato el presidente de México, Andrés Manuel López Obrador, se saliera del protocolo para ir a saludar a la mujer hasta su camioneta.
Como se sabe desde 2016, luego de un ataque de grupos contrarios al Cártel de Sinaloa, Consuelo Loera dejó de vivir ahí. Sin embargo, la propiedad ha permanecido intacto y se destaca por sus colores y diseño.
Un dato a considerar es que el caserón tipo hacienda tiene acabados rústicos y numerosas plantas que adornan la fachada principal, está rodeada de grandes hectáreas de árboles y colinas. Quienes han logrado entrar aseguran que por dentro la mansión es muy sencilla.
Otras características de la propiedad es que en la terraza hay sillas y mesas de plástico blanco, como se puede observar en entrevistas que Consuelo Loera ha dado a cadenas estadounidenses. También tiene bancas de madera y amplios patios.
La cocina, aunque grande, también es sencilla y solo cuenta con lo necesario.
Un dato a resaltar es que dentro de la propiedad existe una capilla de la Iglesia Apostólica de la Fe en Cristo Jesús, que el narcotraficante fundador del Cártel de Sinaloa mandó construir para su madre.
No está claro si la capilla está registrada como asociación religiosa -con personalidad jurídica- en México, porque no tiene el logotipo de la organización en la fachada, sin embargo, en el pasado, en plena guerra contra el narcotráfico, “a los pastores no se les prohibía la entrada” y a los feligreses “también se les daba la entrada”, dijo en 2014 en una entrevista a medios estadounidenses el teólogo Felipe Agredano.
Es de hacer notar que la iglesia habría sido construida en 1989, y en los últimos años fue usada por Consuelo Loera para pedir a Dios dos cosas: la primera, que su hijo enderezara el camino y buscara otra ocupación.
Y la segunda “es para que los corazones del juez y el jurado sean conmovidos (previo al juicio del capo) y demuestren que Dios es misericordioso”, publicó Phoebe Eaton en la trilogía para Kindle In the Thrall of the Mountain King para la que visitó La Tuna y entrevistó a amigos y familiares del capo.
Con información de: lapatilla
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