Las restricciones para estar en las calles, expulsiones de los inquilinatos y dificultades para acceder al sistema de salud hace que muchos intenten al menos regresar con su familia. El viaje es casi imposible hoy y apenas lo logran unos 500 por día, que encima se encuentran con nuevas vejaciones por parte del régimen de Nicolás Maduro.
Por redacción MiamiDiario
Yessi Aguirre tiene 27 años y vive desde hace tres años en Barranquilla, allí llegó con su hija que ahora tiene ocho años y su esposo, desde entonces se ha ganado la vida trabajando en restaurantes de la ciudad como mesera. En Colombia había logrado estabilizar su vida, sorteando la difícil situación económica que vive su país Venezuela, al cual ahora quisiera regresar por el súbito cambio que la emergencia causada por el coronavirus le ha representado, reportó Infobae.
Sin trabajo desde enero, Yessi ve como el tiempo pasa y las medidas tomadas por el Gobierno colombiano para frenar los brotes del virus cada vez son más restrictivas y no presagian un pronto regreso de los restaurantes, en donde ella trabajaba. Sin grandes esperanzas de conseguir un nuevo empleo, con la mayoría de los negocios cerrados y muy poca gente buscando contratar, se plantea regresar a su país, pero esto es otro reto, pues las fronteras están cerradas y llegar a Venezuela en las condiciones actuales puede ser una travesía que le valga arriesgar su vida.
Normalmente un viaje hasta su natal Maracaibo no le costaría más de 100 mil pesos (USD 25), tomaría un bus hasta Maicao (La Guajira) y allí pagaría un transporte hasta Maracaibo. El paso fronterizo lo haría a pie y sin problemas ya que tiene papeles de ambos países. Pero esta opción dadas las condiciones actuales, con los transportes restringidos y las fronteras cerradas, es imposible.
Como ella hay miles de venezolanos en Colombia, unos en situaciones mucho más precarias, que ante el confinamiento generalizado del país han visto como los medios de subsistencia que habían logrado tener desde que salieron de su hogar, se quedan sin piso. Muchos viven del día a día, del trabajo informal, o de oficios que requieren exposición al exterior, con las manos atadas y sin poder trabajar han perdido la capacidad de pagar sus viviendas y su comida, y están siendo víctimas de desalojos y de xenofobia.
Esta es una situación que preocupa a Thailer Fiorillo, de la Fundación de Panas, pues afirma que muchos de sus compatriotas llegaron a Colombia huyendo por ver vulnerados sus derechos humanos, pero ahora se ven forzados a regresar en condiciones extremadamente difíciles y exponiéndose a contraer el coronavirus.
Mi principal preocupación son las personas que trabajan”, dice, pues reconoce que los gobiernos no están discriminando en sus ayudas y a quienes viven en estratos 1 y 2 les ha llegado las ayudas humanitarias dispuesta para toda la población vulnerable. Sin embargo, los venezolanos que no hacen parte de esta franja y que tenían su empleo, así fuera informal, hoy están sin ingresos, viendo como las provisiones que tenían se les agotan y como no pueden pagar su vivienda o los servicios. “Muchos se desesperan y buscan regresar”, dice.
Cuenta Fiorillo que desde Barranquilla hace aproximadamente 10 días salieron unos autobuses piratas con unos 80 venezolanos. Situación similar pasó en otras ciudades de la Costa, sumando 200 personas que llegaron en buses hasta La Guajira, donde gracias a la intervención del Gobierno departamental lograron pasar hasta Venezuela por el paso fronterizo de Paraguachón. “De ahí para allá perdimos comunicación con ellos, sabemos que los pondrían en cuarentena cuando cruzaran, pero no sabemos si todavía lo están o si los están tratando bien, pues los mensajes que llegan desde la frontera es que a los que cruzan no los tratan de la mejor forma”, dice Fiorillo.
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