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Detrás de su “apariencia perfecta” escondía una cruel y fría asesina

Era el año 2010 y un caso llevado a los tribunales impactó a la ciudad de Toronto. La joven canadiense de ascendencia vietnamita nacida en 1986, Jennifer Pan, había contratado a dos sicarios para asesinar a sus controladores padres cuando descubrieron que había falsificado su vida desde el instituto. Por Redacción Miami Diario Cada cierto […]

Por Allan Brito
Detrás de su “apariencia perfecta” escondía una cruel y fría asesina
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Era el año 2010 y un caso llevado a los tribunales impactó a la ciudad de Toronto. La joven canadiense de ascendencia vietnamita nacida en 1986, Jennifer Pan, había contratado a dos sicarios para asesinar a sus controladores padres cuando descubrieron que había falsificado su vida desde el instituto.

Por Redacción Miami Diario

Cada cierto tiempo los medios de comunicación dan luz a sucesos dignos de ser el próximo guion de una película. Este es el caso de Jennifer Pan, una joven que desde temprana edad destacó por sus buenas calificaciones en la escuela. Desde los cuatro años tocaba el piano, la flauta y practicaba patinaje artístico. Sus padres la exigían la perfección y ejercían un control completo de su vida. Nada de fiestas, bailes de instituto, y menos salir con chicos. Ante sus ojos, su hija era una estudiante de sobresaliente pero en realidad, Pan había falsificado todos sus boletines de notas en el instituto y mantenía una relación amorosa con su compañero Daniel.

La red de mentiras sobre la vida de Pan continuó en la universidad. La futura medallista olímpica tendría que ser ahora una eminencia de la Farmacia. Falsificó una carta de admisión de la Universidad de Ryerson y fingió ser una estudiante brillante becada por sus buenas calificaciones ante sus padres. El papel de su vida no tenía fisuras, Pan conseguía su dinero dando clases de piano y trabajando en un restaurante, hasta que sus padres deciden visitarla en el centro hospitalario en el que Pan supuestamente trabajaba como voluntaria. Es entonces cuando sus progenitores descubren la mentira y deciden imponer un control más férreo sobre su hija ya adulta: obligarla a dejar su trabajo, poner un dispositivo GPS en su coche y controlar todas sus amistades.

Jennifer creyó que la única forma de deshacerse del control de sus padres era acabar con su vida y, con la ayuda de Daniel, contrató a a dos sicarios por 10.000 dólares (8.500 euros). La noche del 8 de noviembre de 2010, Jennifer Pan dejó entrar a los asesinos de sus padres en casa, ataron a la joven en la planta de arriba y dispararon a sus progenitores. Su madre no sobrevivió, pero su padre consiguió escapar y llegar con vida al hospital, el cabo suelto del perfecto plan de Jennifer Pan.

El testimonio del padre y las extrañas circunstancias del asesinato alertaron a la policía. Jennifer era entonces la principal sospechosa y, siguiendo con su modus operandi, inventó que una supuesta depresión la llevó a contratar a los sicarios para acabar con su vida pero que estos se habían equivocado de objetivo.

En 2014 llegó la sentencia, en la cual se le dictó cadena perpetua a Jennifer, entonces de 28 años, a su novio Daniel Wong a los tres hombres que la ayudaron con su plan: Lenford Crawford, David Mylvaganam, Erick Carty. En 25 años, es decir, en el 2039, podría solicitar la libertad condicional, y volver a la calle vigilada, como vivió toda su vida.

Fuente: Infobae

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