Estados Unidos condena la exclusión de Taiwán de la Asamblea Mundial de la Salud. En un momento en que el mundo sigue abocado a la lucha contra la pandemia de COVID-19, necesitamos que las instituciones multilaterales cumplan con las misiones encomendadas y actúen en beneficio de todos los Estados Miembros, sin hacer maniobras políticas cuando hay vidas en riesgo.
Por Redacción MiamiDiario
Nadie cuestiona que Taiwán ha organizado uno de los esfuerzos más exitosos del mundo para contener la pandemia hasta el momento, pese a la cercana proximidad que tiene con el lugar donde se originó el brote en Wuhan, China. Este resultado no debería sorprendernos. En las democracias transparentes, dinámicas e innovadoras como Taiwán, siempre se responde a las pandemias con mayor rapidez y eficacia que en los regímenes autoritarios.
El director general de la OMS, Tedros, estaba plenamente facultado y tenía todos los precedentes necesarios para incluir a Taiwán en los procedimientos de la AMS. Sin embargo, bajo la presión de la República Popular China (RPC) optó por no invitar a Taiwán.
La falta de independencia del Director General priva a la Asamblea del vasto y reconocido conocimiento científico especializado con el que cuenta Taiwán sobre pandemias, y menoscaba incluso más la credibilidad y eficacia de la OMS en un período en que el mundo más la necesita.
Las repudiables acciones de la RPC para silenciar a Taiwán ponen de manifiesto lo vacuo de sus señalamientos sobre su interés en que haya transparencia y cooperación internacional para combatir la pandemia, y hace que la diferencia entre China y Taiwán sea incluso más marcada.
Taiwán es un ciudadano mundial modelo, mientras que la RPC sigue reteniendo información vital sobre el virus y sus orígenes, negando el acceso a sus científicos y a establecimientos relevantes, censurando el análisis de la pandemia dentro de China y en los medios sociales que posee el país, y adjudicando culpas de manera generalizada e imprudente.
Con información de nota de prensa
