Cada vez que comienza un nuevo año la gente reflexiona sobre el transcurrido y mira hacia adelante. Tiene la esperanza de que es posible que su vida vaya a mejorar. Hace planes para que el año que se inicia resulte más provechoso que el que se fue. Eso ocurre en países incluso gobernados por dictaduras comunistas de mercado como China o Vietnam.
En Cuba, sometida a una hibridación que muchos llaman capitalismo militar de Estado, eso no es así. Raúl Castro, en una burla al pueblo en su alocución por el 60 aniversario del castrismo, pidió a los cubanos más sacrificios y que tengan confianza en la revolución para “vislumbrar un porvenir digno y próspero”. ¿Y cuando llega ese porvenir después se sesenta años de decir lo mismo?
El dictador mostró así su menosprecio de los cubanos. Desde mediados del siglo XX su hermano Fidel y él le han estado pidiendo sacrificios al pueblo para disfrutar del futuro. Futuro que no llega porque siempre fue, y sigue siendo un gran embuste mientras no desaparezca el régimen instalado por los Castro.
El General fue aún más lejos y anunció que en 2019 se priorizarán “las tareas de preparación de la defensa” con el objetivo de “preservar la soberanía y la paz”. Frase que parece tomada de 1984, la famosa novela de George Orwell. Esto en un país cuyo régimen de hambre ha acabado hasta con el pan de cada día, donde el pueblo soberano no elige a sus gobernantes desde 1948 y la paz significa muerte, cárcel, palizas y actos fascistas de repudio a quienes discrepen del sistema.
Mientras Raul Castro se mofa de su propio pueblo la crisis económica se agrava sin que la cúpula dirigente que él encabeza emprenda el único paso que puede acabar con la lacerante pobreza, el atraso social, tecnológico y cultural: la liberación de las fuerzas productivas.
En tanto, el presidente designado Miguel Díaz-Canel, en otra falta de respeto al país, dijo que para que la economía crezca en 2019 la solución es eliminar los hábitos burocráticos y reducir los desperdicios y robos. Parecería una broma si no proviniera de un funcionario tan inepto como títere de Raúl Castro.
Lo cierto y lamentable es que en 2019 en Cuba habrá más pobreza y no menos que en 2018 y se disparará la desesperanza y el deseo de emigrar aunque sea al Polo Norte. El país ha dejado de producir y la supervivencia cotidiana depende de su capacidad para encontrar nuevos mecenas.
Nada menos que el secretario general de la OEA, Luis Almagro, acaba de declarar que la cubana es una “revolución jinetera” porque vive del “parasitismo en extremo”, a costa de subsidios externos. Almagro considera que es fundamental que la “dictadura caiga”. Eso y el agravamiento de la crisis en Venezuela, y en Nicaragua, dan el tono de la actual coyuntura política en Latinoamérica.
En ese contexto, la “nueva” Constitución estalinista quiere perpetuar el capitalismo militar de Estado en Cuba. Pero si algo nuevo ocurrió el pasado año fue que grupos crecientes de ciudadanos decidieron visibilizar su inconformidad con el status quo.
Veremos que sucede en 2019, pero se puede vaticinar con confianza que la intención castrista de eternizar el régimen actual no va ser exitosa. La dictadura cubana no es sustentable.
Con información de nota de prensa
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