Cultura, Florida

Historia del psiquiatra de Chávez que mató a paciente llega a Miami

El actor venezolano Héctor Manrique presenta en Miami su impactante monólogo teatral sobre Edmundo Chirinos, un psiquiatra que trató a Hugo Chávez y acabó en la cárcel por asesino, con el que apunta a la responsabilidad de la sociedad en las “debacles” que a lo largo de la historia han sacudido a su país. “A […]

Por Allan Brito
Historia del psiquiatra de Chávez que mató a paciente llega a Miami
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El actor venezolano Héctor Manrique presenta en Miami su impactante monólogo teatral sobre Edmundo Chirinos, un psiquiatra que trató a Hugo Chávez y acabó en la cárcel por asesino, con el que apunta a la responsabilidad de la sociedad en las “debacles” que a lo largo de la historia han sacudido a su país.

“A mi me preocupa mucho por qué como sociedad nos hemos dejado llevar por personas delirantes (…) cómo hemos dejado a esos personajes tener un enorme poder y manejarnos”, dice en una entrevista con Efe Manrique, director del grupo Actoral 80.

El monólogo “Sangre en el diván”, un espectáculo estrenado hace cuatro años en Caracas y basado en una entrevista que le hizo a Chirinos la periodista venezolana Ibéyise Pacheco, se presenta los días 10, 11 y 12 de agosto en el Teatro Colony de Miami Beach.

A Manrique no le gusta el “teatro político” ni “los panfletos”, pero sí un teatro comprometido que haga “explotar la cabeza” del público, que le permita entender la realidad que le rodea.

Eso precisamente es lo que pretende con “Sangre en el diván”, un mensaje directo “a la sociedad de cómplices” en la que dice vivir, pero con validez universal, pues está seguro de que el riesgo de caer rendidos ante personajes que causan un enorme daño existe en todas partes, incluido Estados Unidos.

Manrique conoció personalmente a Edmundo Chirinos (1935-2013), pues era amigo de su padre y el padrino de uno de sus hermanos.

Lo recuerda como un gran seductor, divertido, muy inteligente, políglota, reverenciado por la gente, exitoso con las mujeres y siempre interesado en hacerse notar.

Antes de que fuera acusado de haber asesinado a Roxana Vargas, una estudiante de 19 años que había sido su paciente, y de que se hallaran en su consultorio miles de fotos de mujeres desnudas aparentemente dormidas o bajo sedación, el lado “terrorífico” de este personaje “simpático” era desconocido.

Manrique lo compara con Hannibal Lecter, el asesino antropófago de “El silencio de los corderos”.

Aunque Chirinos, que fue condenado a 20 años de cárcel y murió estando en arresto domiciliario por un problema de salud, domina la escena de “Sangre en el diván”, la protagonista, “sin aparecer”, es su víctima, que le desafió y se atrevió a investigarle, dice Manrique.

Formado en el país y en el extranjero, Chirinos fue rector de la Universidad Central de Venezuela, diputado de la Asamblea Constituyente, candidato a la Presidencia y autor de unos 700 libros.

Además, como psiquiatra tuvo entre sus pacientes a tres presidentes venezolanos: Jaime Lusinchi, Rafael Caldera y Hugo Chávez. “Esto dice mucho de nosotros los venezolanos”, subraya Manrique.

Sobre Chávez, Chirinos le dijo a Ibéyise Pacheco, y así lo dice Manrique en escena, que era “muy mentiroso y manipulador”.

El monólogo está ambientado en el consultorio de Chirinos, que habla de lo divino y de lo humano acompañado de una calavera, algo que aporta teatralidad, pero que además refiere al hecho de que el psiquiatra decía tener un esqueleto robado en un cementerio.

Un día no se lo dejaron subir a bordo de un barco y debió dejarlo en tierra, pero logró esconder la calavera y llevarla con él.

La locura y la muerte eran sus dos grandes obsesiones, según se ve con claridad en la entrevista con Pacheco, que la incluyó en un capítulo de su libro “Sangre en el diván”, significativamente titulado “Delirio”.

A pesar de la difícil situación que vive Venezuela, donde escasean los productos y servicios básicos, sigue haciéndose teatro, dice Manrique, quien como actor trabaja desde la “excelencia” y la “libertad creativa” y tiene un “compromiso” con la sociedad.

Si en una época de esplendor llegó a haber más de 500 grupos teatrales en Venezuela, Manrique no cree que en la actualidad lleguen a una docena, pero los que siguen activos siguen presentando nuevas obras o representando piezas de su repertorio.

Desde enero, Actoral 80 ha hecho un centenar de funciones de diversos espectáculos, subraya.

“Siento una enorme necesidad de hacer lo que hago”, pero además la gente tiene “hambre de teatro, “necesita encontrarse en esos espacios donde le hacen comprender el mundo en el que vivimos”, dice.

Cuando se le pregunta si la cultura es un faro en la Venezuela de hoy, dice que la palabra que mejor define lo que hacen ahora los artistas en su país es “resistir”.

EFE

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