Los inmigrantes siempre dejan un aporte importante para el país. Cientos de ellos llegaron el año pasado después de que el huracán Michael pasó por la zona noroeste de Florida, en Estados Unidos, con vientos a una velocidad de 257 kph que partieron pinos por la mitad, destrozaron postes de acero, arrancaron techos y alteraron la vida de las personas.
Por Redacción Miami Diario
Durante los meses siguientes, trabajadores, casi todos venezolanos y mexicanos, se enfocaron en el Condado de Bay para reabrir el Ayuntamiento de Panama City, reparar el campus local de la Universidad Estatal de Florida y arreglar los techos dañados de varias iglesias.
Un reportaje del portal Infobae precisa que todavía están trabajando en ciudades como Callaway, donde 90% del parque inmobiliario fue dañado por la tormenta categoría cinco de octubre pasado.
Lorenzo, un mexicano de 67 años, tiene unas fotografías en su celular que demuestran que es todo un experto en rescatar mansiones en Nueva Orleans; Baton Rouge, Luisiana; y Houston.
Desde que estos inmigrantes llegaron al Condado de Bay durante las semanas caóticas tras el paso del huracán Michael, muchos han sido explotados por empleadores que pagan menos de lo debido, incluso algunos han sido detenidos por asistentes del alguacil y transferidos al Servicio de Inmigración y Control de Aduanas (ICE).
“A veces no hacemos más que trabajar, confiamos en la gente, y después no nos pagan”, lamentó Will, un inmigrante hondureño de 44 años que pidió ser identificado solo por su nombre, ya que teme ser deportarlo.
Una ley de Florida aprobada este año exige que las localidades cooperen con las autoridades federales de inmigración. En 2018, unos 24 inmigrantes fueron transferidos de la oficina del alguacil del Condado de Bay a centros de ICE, la agencia federal que se encarga de las deportaciones.
En los primeros tres meses de este año, el periodo más reciente del que se tienen datos, 42 personas fueron transferidas.
El mes pasado, un grupo de inmigrantes que limpiaron dos centros turísticos en los Cayos de la Florida después del huracán Irma en 2017 entablaron una demanda ante el tribunal federal en Miami en contra de una compañía de restauración tras catástrofes llamada Cotton Holdings y contra Daniel Paz, propietario de la firma de reclutamiento.
Afirmaron que no les pagaron el salario mínimo ni las horas extra trabajadas. Entre muchas otras tareas, habían despejado escombros, derribado árboles y retirado cartón yeso podrido, según la demanda.
Bellaliz González, inmigrante venezolana que entró a Estados Unidos con una visa de turista, aseguró que jefe la amenazó con entregarla a ella y a otros trabajadores a las autoridades de inmigración, cuando se quejaron de que sus cheques de nómina habían sido rechazados.
“Sentí impotencia. Estaban aprovechándose de los inmigrantes que vinieron a trabajar de manera honrada”, comentó González, de 53 años, quien calcula que le deben dos mil y ya ha solicitado asilo en el país.
En el Condado de Bay, una organización sin fines de lucro llamada Resilience Force se ha estado reuniendo con trabajadores inmigrantes para tratar de organizarlos y ejercer presión con el fin de mejorar sus condiciones laborales.
En reuniones recientes, Saket Soni, director ejecutivo de la organización, destacó que “desde Katrina, tenemos una nueva fuerza de trabajo. Ustedes reconstruyen una ciudad tras otra después del paso de los huracanes”.
Los inmigrantes se han convertido en una nueva fuerza de trabajo que ha dejado grandes aporte a Estados Unidos y muchos países del mundo.
Fuente: Infobae
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