Opinión, Política

Juan Carlos Sánchez: El Congreso y las componendas del Partido Demócrata

Pocas veces se ha visto un caso más irrespetuoso y perjudicial de utilización de los poderes públicos con fines partidistas que el protagonizado por Nancy Pelosi, tras romper una copia del texto de Donald Trump durante el discurso del Estado de la Unión en el Congreso en Washington. Por Juan Carlos Sánchez Es verdad, que […]

Por Allan Brito
Juan Carlos Sánchez: El Congreso y las componendas del Partido Demócrata
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Pocas veces se ha visto un caso más irrespetuoso y perjudicial de utilización de los poderes públicos con fines partidistas que el protagonizado por Nancy Pelosi, tras romper una copia del texto de Donald Trump durante el discurso del Estado de la Unión en el Congreso en Washington.

Por Juan Carlos Sánchez

Es verdad, que el presidente norteamericano se equivocó al negarle el saludo a la congresista demócrata al inicio del encuentro. Ahora bien. Una cosa es que la cortesía de Trump no haya estado a la altura y otra muy distinta que la presidenta de la Cámara de Representantes actúe de forma despectiva para deslucir uno de los actos institucionales más importantes del país, vulnerando el principio de neutralidad de los poderes públicos.

La obsesión por orquestar un juicio político contra Donald Trump, planteado casi desde el inicio mismo de la legislatura por el partido demócrata y liderado por Pelosi y la mayoría parlamentaria que lo sostiene en el Congreso, han amenazado con destruir la unidad y convivencia del país. De forma irresponsable, dilatando y enturbiando los procedimientos y abusando de la buena fe de los ciudadanos y de las garantías que rigen en un Estado de derecho, los demócratas se han embarcado en un desafío sin precedentes al poder ejecutivo.

Resulta altamente preocupante que la portavoz de la Cámara se sume a la destructiva campaña de ataque a la Constitución y al Estado de derecho impulsada por los representantes de la izquierda radical del partido demócrata, en su obcecación de destituir sin pruebas suficientes y a toda costa al presidente constitucionalmente elegido en las urnas.

La soberbia de la que hizo gala Nancy Pelosi durante el discurso del Estado de la Nación sería intrascendente, y hasta cierto punto ridícula, si no fuera porque deja al descubierto que para algunos líderes políticos la ideología a la que rinden culto está por encima del voto de los ciudadanos. La legalidad democrática es más importante que las opiniones y las emociones personales.

Por otra parte, el exceso de gestualidad en el que incurrió Pelosi mientras rasgaba de manera premeditada y con sorna el discurso del presidente no se corresponde con alguien que tiene el deber de velar por la naturaleza democrática de un sistema de cuyos derechos y libertades hace uso.

La sociedad norteamericana está cansada de esta tensa y complicada relación entre el presidente y la élite del Partido Demócrata.

Quizá haya llegado el momento de corregir esta excesiva crispación y también la retórica descalificante de algunos congresistas partisanos, quienes parecen instalados en la farsa de aparentar llegar a acuerdos por un lado e incendiar provocativamente los ánimos por otro.

El presidente Donald Trump ha sido exonerado de los cargos en el impeachment. Ese resultado insta al partido demócrata a desarrollar una oposición responsable, lo que significa preservar la integridad del debate público y facilitar la gobernabilidad a quien cuenta con el respaldo mayoritario de los representantes de la soberanía popular.

También le obliga a rehacer su proyecto político, para lo cual cuenta con un núcleo de votantes de probada lealtad, pero que debe ampliarse si aspira a volver algún día a gobernar. Tal vez ese podría ser uno de sus objetivos fundamentales como partido histórico de la Nación, no el de ser el comodín donde se ha instalado la izquierda radical.

La sucesión de acontecimientos ocurridos durante el recuento en la primera cita de las primarias demócratas en Iowa, en las que han salido a la luz numerosas irregularidades o vulnerabilidades que lastran la imagen de los procesos electorales organizados por esta fuerza política, son prueba del nivel de degradación en el que el Comité Nacional Demócrata ha dejado al partido.

En esas circunstancias, la confusión ideológica y el modelo de confrontación en el que se han apoyado los demócratas hasta el momento con toda probabilidad podría desmovilizar a sus votantes y alejarlos de la posibilidad de llegar a la presidencia del país.

Solamente desde la oposición comprometida y con un nuevo proyecto político sólido y consensuado pueden afrontar los enormes problemas que tienen ante sí, y que ahora les impide romper con el bloqueo institucional que se ejerce equivocadamente desde el Congreso, como único camino para recuperar la normalidad institucional de EE.UU.

(*) Analista y consultor

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