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La Libertad en Cuba: Un compromiso de todos

La lucha por libertad y democracia en Cuba no es apenas un asunto político, no es una situación donde se enfrentan solamente dos ideologías, es una realidad donde la vida se enfrenta con la muerte, es el dilema humano eterno entre el bien y el mal. El futuro de la humanidad contemporánea, esa que surgió […]

Por Allan Brito
La Libertad en Cuba: Un compromiso de todos
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La lucha por libertad y democracia en Cuba no es apenas un asunto político, no es una situación donde se enfrentan solamente dos ideologías, es una realidad donde la vida se enfrenta con la muerte, es el dilema humano eterno entre el bien y el mal. El futuro de la humanidad contemporánea, esa que surgió a partir de la Declaración de los Derechos del Hombre en 1789, pudo haber comenzado a definir su destino final el 11 de julio pasado, cuando hombres y mujeres, valientes y aguerridos, sin ningún arma más allá del coraje para hacer respetar sus derechos, salieron a las calles de incontables localidades cubanas, a exigir justamente eso: libertad y democracia.

No debe haber gobierno, ni entidad, ni persona decente que no respalde esas elementales reivindicaciones por parte de un pueblo subyugado, hambriento, prácticamente olvidado y sin mayores perspectivas de futuro. Pero no desesperanzado, porque si algo tienen los cubanos de este julio del 2021 es esperanza, esperanza de que los escuchen, no el régimen cruel, despiadado y corroído por la ignominia, sino el resto del mundo, y ojalá de manera unánime. Esperanza de que las oportunidades que la revolución les negó a más de tres generaciones florezcan para las que vienen brotando, y que logren su objetivo los cubanos valerosos que han salido a pedir nada más que lo que les es suyo por derecho.

La comunidad internacional, en pleno, debe reconocer la legitimidad de las reivindicaciones de la inmensa mayoría de la población cubana, y debe exigir al régimen castrista de Díaz-Canel que cese inmediatamente la represión contra la población civil. Que liberen inmediatamente a todos los presos políticos, incluyendo naturalmente a los detenidos en los últimos días, y que se encierren definitivamente los procesos que corren en su contra. Los Estados Unidos, verdadero bastión y faro de libertad y democracia para todo el mundo, deben liderar al resto de las naciones apoyando al pueblo cubano, de manera decidida y efectiva y no solamente en la búsqueda de efímeras e insignificantes victorias políticas o diplomáticas.

A los cubanos que, sin armas, sin financiación y sin fines electorales a corto plazo, se levantaron contra el régimen comunista, genocida y violador de derechos humanos, los esbirros comunistas los están matando. Dentro de sus propios hogares, en presencia de sus familiares y sin que nadie los defienda. Matan a unos, encarcelan a otros y los golpean inmisericordemente a todos. La revolución no fue una buena idea en 1959 y lo es aún menos ahora, ya entrado el siglo 21.

No tuvo sentido antes y menos hoy, que los cubanos se maten entre sí, por unas ideas políticas que hace mucho tiempo dejaron de significar nada para nadie y que apuntalaron un régimen sexagenario que solo ha traído miseria, angustia, destrucción y, sobre todo, desesperanza. De cualquier manera, la chispa ya se encendió, y en la medida en que, con la ayuda de Dios, las mentes perversas del régimen, sus áulicos y sus esbirros no consigan apagarla, Cuba verá, ojalá pronto, la luz de un nuevo amanecer, con libertad, democracia, paz, concordia y mucha prosperidad.

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