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La sonda Parker de la NASA estudiará los secretos del sol

  La primera visita de la humanidad a una estrella comienza este sábado con el lanzamiento de la sonda solar Parker de la NASA  una misión histórica que revolucionará la comprensión de nuestro sistema solar. Científicos de la Nasa revisan la sonda que llegará al sol La vida, historia y futuro de la humanidad dependen […]

Por Allan Brito
La sonda Parker de la NASA estudiará los secretos del sol
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La primera visita de la humanidad a una estrella comienza este sábado con el lanzamiento de la sonda solar Parker de la NASA  una misión histórica que revolucionará la comprensión de nuestro sistema solar.

Científicos de la Nasa revisan la sonda que llegará al sol

La vida, historia y futuro de la humanidad dependen en gran parte del sol, el astro Rey aclamado por todas las culturas. Durante los eclipses totales de Sol se puede ver la atmósfera de la estrella, que encierra un enigma físico que nadie ha conseguido explicar.

“Vivir al lado de una estrella tiene sus riesgos y es una obligación de la sociedad estudiarla y conocer sus secretos”, comenta Javier Rodríguez-Pacheco, investigador principal del detector de partículas energéticas, de la Agencia Espacial Europea.

El Parker Solar Probe se lanzará en la madrugada de este sábado 11 de agosto a bordo de un cohete Delta IV-Heavy con Upper Stage, que despegará del Centro Espacial Kennedy de la NASA en Florida. Se precipitará a través de la chisporroteante atmósfera solar y se encontrará a solo 3,8 millones de millas de la superficie.

Está diseñado para soportar el castigo solar como nunca antes, gracias a su revolucionario escudo térmico que es capaz de resistir 2,500 grados Fahrenheit. “La mejor y más caliente misión, eso es lo que es”, dijo Nicola Fox, científica del proyecto de la Universidad Johns Hopkins. “Hay misiones que estudian el viento solar, pero vamos a llegar al lugar de nacimiento”, dijo Fox.

Los secretos de La Corona

 Del tamaño de un automóvil pequeño, Parker se acercará casi siete veces más al sol que la nave espacial anterior. Para acurrucarse contra el sol, volará más allá de Venus siete veces durante siete años. Cada sobrevuelo proporcionará un impulso de gravedad que forma órbita, acercándolo cada vez más al sol y directamente a la corona, la atmósfera más externa del sol. Cuanto más cerca, mejor para descubrir por qué la corona es cientos de veces más caliente que la superficie del astro rey.

La nave, diseñada por el Laboratorio de Física aplicada de la Universidad Johns Hopkins (Estados Unidos). llegará a 42 millones de kilómetros el Sol y será la primera en estudiar sus regiones polares, invisibles desde la Tierra por el plano en el que se encuentra, y que son claves para entender los ciclos solares de actividad magnética que suelen medirse por el número de manchas que aparecen en la superficie de la estrella.

El artefacto va protegido con un escudo térmico de carbono que alcanzará los 1.400 grados “Una llama de fuego está más caliente cuanto más te acercas a ella, pero en el Sol pasa justo lo contrario, la corona está a un millón de grados mientras la superficie del Sol está a apenas 6.000, es algo contra natura y hasta que no vayamos allí no sabremos cómo es posible”, explica David Lario, un astrofísico de Badalona que forma parte del equipo científico de la Sonda Solar Parker de la NASA.

Al otro lado de la coraza, un sistema de refrigeración mantendrá el equipo electrónico a unos 30 grados. Los cuatro instrumentos científicos a bordo de la nave estudiarán los electrones, los núcleos atómicos cargados, los protones y los átomos de helio de la corona solar así como los campos magnéticos que genera el astro para aclarar el origen del viento solar y poder predecir tormentas solares peligrosas para la Tierra.

El empuje de Venus

La diosa del amor, venerada por las culturas occidentales, estará presente en esta odisea. En sus primeras siete órbitas la Parker usará el empuje de Venus para frenar e ir cerrando su órbita en torno al astro dentro de una misión en la que hará 24 revoluciones en torno al astro y que durará hasta 2025, aunque su funcionamiento podrá extenderse más allá mientras funcionen dos componentes claves: los paneles solares y los propulsores que se encargan de que el escudo térmico dé siempre la cara al Sol.  Cuando se agote el combustible la sonda podría quedar desprotegida y derretirse sin producir llamas, pues no hay oxígeno en la atmósfera del Sol.

Los científicos esperan que la misión de 1.500 millones de dólares arroje luz no solo sobre nuestro propio sol dinámico, sino también sobre los miles de millones de estrellas enanas amarillas y otros tipos de estrellas que existen en la Vía Láctea y más allá. Mientras nos otorga la vida, el sol también tiene el poder de interrumpir las naves espaciales en órbita, y las comunicaciones y la electrónica en la Tierra.

“Aquí es donde vivimos”, dijo el astrofísico solar de la NASA, Alex Young. “Tenemos que entender y caracterizar este lugar por el que estamos viajando”.

Casi todo en la nave espacial estará detrás de esto y, por lo tanto, a la sombra a temperatura ambiente mientras se agacha a través de los bordes irregulares de la corona, sin siquiera una ampolla en sus instrumentos científicos.

La nave espacial alcanzará las 430,000 mph en la corona con el mayor acercamiento. Eso equivale a ir desde Washington, DC, a Filadelfia en una fracción de segundo. O Chicago a Beijing en menos de un minuto.

Homenaje a Eugene Parker

La nave también es la primera de la historia que lleva el nombre de una persona viva. En 1958 el físico estadounidense Eugene Parker predijo la existencia del viento solar, una corriente de núcleos atómicos, electrones y otras partículas que viajan por el Sistema Solar a unos tres millones de kilómetros por hora.

La propuesta encontró mucho rechazo de otros expertos hasta que la confirmó en 1962 la primera sonda interplanetaria, la Mariner II que exploró Venus. Desde entonces se han observado fulguraciones que provocan tormentas solares en la Tierra y pueden interrumpir la comunicación por satélite, radio e incluso tumbar el servicio eléctrico.

Parker también teorizó que en la superficie de la estrella se producen nanofulguraciones, explosiones de menor magnitud imposibles de observar desde la Tierra que impulsan los núcleos atómicos y los electrones del plasma solar hasta las capas exteriores de su atmósfera y que explicarían las diferencias de temperatura entre la corona y la superficie del Sol.

“La sonda solar va a una región espacial que nunca se ha explorado antes”, ha dicho Parker, que ahora tiene 91 años, y espera estar en lanzamiento, en una nota difundida por la Universidad de Chicago, de la que es profesor emérito, y ha añadido: “Estoy seguro de que habrá sorpresas. Siempre las hay”.

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