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Las promesas rotas de Biden demuestran que no hay plan secreto para combatir el COVID : Por Ronna McDaniel, Presidenta del Comité Nacional Republicano

Como candidato, Joe Biden se autoproclamó como el hombre con un plan para “acabar con el virus, no con el país.” Era una promesa que sonaba más como una escena de la serie de televisión imaginaria “West Wing,” que como una prescripción política práctica. Biden no ofreció detalles sobre cómo planeaba lograr esta hazaña, y […]

Por Allan Brito
Las promesas rotas de Biden demuestran que no hay plan secreto para combatir el COVID : Por Ronna McDaniel, Presidenta del Comité Nacional Republicano
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Como candidato, Joe Biden se autoproclamó como el hombre con un plan para “acabar con el virus, no con el país.” Era una promesa que sonaba más como una escena de la serie de televisión imaginaria “West Wing,” que como una prescripción política práctica. Biden no ofreció detalles sobre cómo planeaba lograr esta hazaña, y un año después sabemos por qué. No tenía ningún plan.

Basta con mirar los números. Trágicamente, más estadounidenses han muerto por el COVID-19, durante la gestión de Biden, que en todo 2020, y el año ni siquiera ha terminado. Según sus propios estándares, eso es inaceptable. “220.000 estadounidenses muertos”, dijo Biden durante un debate presidencial el año pasado. “Cualquier persona que… sea el responsable de tantas muertes no debería seguir siendo el presidente de los Estados Unidos de América.” Pero si está esperando que Biden renuncie, no contenga la respiración.

Mientras aumenta la cifra de muertos, la economía se sigue hundiendo, a pesar de su promesa de vencer al virus sin poner en peligro la economía. Biden y sus compañeros Demócratas han hecho todo lo posible para desperdiciar la recuperación económica que comenzó bajo la administración Trump. El reporte de empleos de noviembre provocó una aplastante decepción en la Casa Blanca y arrojó luces sobre el desafío que a diario enfrentan los estadounidenses. El mes pasado, la economía volvió a generar 210.000 puestos de trabajo, menos de la mitad de lo que habían pronosticado los economistas. Es el reporte laboral más flojo del año, y el peor de la administración de Biden. Gran parte de esto está impulsado por las políticas Demócratas que mantuvieron la economía bloqueada, pagaron a los estadounidenses para que se quedaran en casa, en lugar de regresar a sus trabajos, y provocaron un aumento repentino en los precios de los productos de uso cotidiano.

Biden ha roto varias promesas

Estas no son las únicas promesas que Biden ha roto. En diciembre, dijo que “no exigiría” que la vacuna fuera “obligatoria”. En julio, la Casa Blanca declaró que “no es parte del papel del gobierno federal” obligar a los estadounidenses a vacunarse. Pero ahora, en lugar de sacar al país de la pandemia, Biden culpa a sus conciudadanos por elegir no recibir la vacuna, a pesar de que el 71% de los estadounidenses han recibido al menos una dosis. El mandato federal de vacunación de Biden, que anunció en septiembre, y que ahora se ha retrasado en los tribunales después de demandas de varios grupos en todo el país, incluyendo al RNC, constituye un cambio evidente. Si entra en vigencia, el mandato solo empeoraría la escasez de mano de obra y los problemas de la cadena de suministro que enfrentan las empresas, especialmente los establecimientos más pequeños que se muestran notablemente reducidos por un año de bloqueos y alzas de precios. Una encuesta concluyó que siete de cada 10 trabajadores no vacunados probablemente dejarían sus trabajos, en lugar de obedecer el edicto del presidente, y las empresas que no cumplan podrían enfrentar multas de hasta $ 14,000 por cada infracción. Los estadounidenses no deberían verse obligados a elegir entre las libertades individuales y sus medios de sustento.

Cambios radicales

Quizás el mayor cambio radical de posición frente al coronavirus, por parte de Biden se produjo con la noticia reciente de la variante ómicron que se originó en Sudáfrica. ¿Su respuesta? Implementar una prohibición de viajar que cubre a Sudáfrica y siete países vecinos: Botswana, Eswatini, Lesotho, Malawi, Mozambique, Namibia y Zimbabwe. Es una página sacada directamente del libro de jugadas de Trump, que cuando era candidato, Biden calificó de histérico, xenófobo y traficante de miedo. Incluso se refirió a la prohibición temporal de Trump a los países africanos como una “vergüenza”. Esta hipocresía está en la marca de Biden. A pesar de todos sus ataques contra el presidente Trump, es obvio que Biden no tenía soluciones propias. Sin un plan coherente propio, se ha visto reducido a copiar las estrategias de Trump.

 

Todavía estamos aprendiendo acerca de la variante ómicron, aunque los síntomas parecen ser leves y los expertos advierten contra una reacción exagerada. Independientemente, tenemos un mensaje para Biden: no daremos marcha atrás. No nos encerraremos en nuestras casas hasta dentro de un año. No volveremos a cerrar nuestra economía, llevando la recuperación al suelo. No volveremos a la educación en línea, privando a nuestros hijos de un entorno de aprendizaje adecuado. Ya hemos visto cómo los Demócratas convirtieron la pandemia en una oportunidad para alterar fundamentalmente la vida estadounidense. No dejaremos que eso vuelva a suceder.

 

Los estadounidenses también lo están viendo. Por primera vez, son más los votantes que desaprueban el manejo de la pandemia por parte de Biden, que aquellos que lo aprueban. La administración de Biden se ha caracterizado por decepciones, hipocresía y promesas incumplidas, y en ninguna parte, este patrón es más obvio que con el COVID. En un momento en que necesitamos desesperadamente un líder, todo lo que tenemos es un traje vacío. Ese es un problema que perseguirá a los Demócratas durante las elecciones de medio término del próximo año.

 

 

 

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