Opinión

Pedro Corzo: Maduro a la ofensiva

Los últimos acontecimientos en Venezuela significan un reto para la oposición nacional y para aquellos países que individualmente o en coaliciones regionales, rechazan a un régimen signado por sus golpes de fuerzas a las instituciones del estado y a la Constitución Nacional, mientras, práctica una política injerencista y expansión de sus propuestas ideológicas. Por Pedro […]

Por Allan Brito
Pedro Corzo: Maduro a la ofensiva
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Los últimos acontecimientos en Venezuela significan un reto para la oposición nacional y para aquellos países que individualmente o en coaliciones regionales, rechazan a un régimen signado por sus golpes de fuerzas a las instituciones del estado y a la Constitución Nacional, mientras, práctica una política injerencista y expansión de sus propuestas ideológicas.

Por Pedro Corzo

La reciente maniobra de Nicolás Maduro es una especie de confirmación que su salida del poder demandara acciones más contundentes de parte de sus enemigos. El golpe de estado al Parlamento ha sido rechazado con hidalguía, pero se precisan mayores gestos que evidentemente implican grandes riesgos para quienes los protagonicen.

Lo mejor para el país y el hemisferio hubiera sido una política más agresiva de parte de los aliados extranjeros de los demócratas nacionales, mucho más que sanciones económicas, y una acción de masas permanente en los pueblos y ciudades de Venezuela contra el régimen. Algo parecido al Paro Nacional del 2002-2003, huelga general, una paralización de actividades económicas y laborales que no conocía precedentes en el continente.

La necesidad de acciones más drásticas radica en que a mayor agudización de la crisis, mientras más cunda la desesperanza en el país, mayor será el número de refugiados y de necesidades que deberán enfrentar naciones que tienen sus propios problemas, además que la recuperación de las fuerzas productivas venezolanas cuando sea restituida la democracia, será mucho más difícil.

Aliados como el Grupo de Lima, Estados Unidos y la Unión Europea deben tomar conciencia de que el régimen castro chavista es un enemigo capaz de recurrir a cualquier medio para seguir gobernando, además, de seguir intimidando a sus enemigos. Sus compañeros de viajes son pocos pero todos tienen una indiscutible proyección internacional, Rusia, China, Cuba e Irán este último es particularmente peligroso después de la ejecución de su especialista en terrorismo y subversión Qasem Soleimani

Hay numerosas denuncias de que Irán y asociados suyos como Hezbollah tienen bases de operaciones en Venezuela, también, que altos funcionarios del régimen de Caracas están directamente vinculados a subversores iraníes. Recordemos que a principios de la década pasada el diplomático venezolano Thor Harvorssen denunció la estrecha asociación de Hugo Chávez con Teherán.

No es de dudar que la Patria de Bolívar sea usada como trampolín, tengamos presentes que Fidel Castro, mentor de Hugo Chávez y Nicolás Maduro dijo en el 2001 en la capital iraní: “Una unión entre Cuba y el mundo árabe en breve puede poner de rodillas a Estados Unidos”.

A todas estas hay que sumar que Venezuela es el santuario del ELN y de los disidentes de las FARC, grupos subversivos dispuestos a hacer el trabajo sucio de sus protectores. Colombia es otro país que está en el punto de mira del castro chavismo. La desestabilización de Colombia a fondo, sería un gran reto para las democracias hemisféricas.

Si el régimen no recibe fuertes golpes como consecuencia de sus actos, habrá de acentuar la represión contra la oposición. La precaria libertad de prensa disminuirá, la criminalización de la oposición se ampliara y la corrupción cobrara niveles que se escapan a nuestra imaginación. El país lleva dos décadas en caída libre, no obstante, la frustración, miseria y criminalidad marcara cotas insospechadas, si los Maduros y Diosdados se convencen de que cuentan con absoluta impunidad dentro y fuera del país.

El Parlamento Nacional tiene que funcionar como si fuera un poder Ejecutivo real. Cierto que no contara con fuerzas para hacer cumplir sus decisiones, pero es evidente que cuenta con un sólido y amplio respaldo nacional que le confiere la legitimidad necesaria para actuar en consecuencia con los compromisos contraídos.

Actuar como gobierno, desconocer las decisiones del usurpador y las actuaciones de los otros poderes del estado, convertiría al Gobierno encargado en referente obligado para los que rechazan al gobierno, incluida la facción disidente de la Asamblea con su otro Presidente y Directiva.

Venezuela está sufriendo situaciones únicas. Dos gobiernos y dos Parlamentos, paradójicamente hay un solo ejercito que responde a Maduro, de producirse una mitosis similar en las Fuerzas Armadas no caben dudas de que una guerra civil sería prácticamente inevitable.

Cierto que algunos no están satisfechos con el desempeño del Presidente Encargado, Juan Guaido, no obstante como dijera el interfecto: “No es el Parlamento lo que está en juego, es el país” y en base a ese riesgo país es que deberían actuar todos los venezolanos y sus aliado internacionales.

Periodista
(305) 498-1714

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