José Martí, se puede afirmar sin dudas de ninguna especie, es el mayor reservorio de los valores más trascendentes de la nación cubana, a la vez, el prócer de la independencia de Las Américas que mas trabajó a favor de que el ciudadano, fuera respetado y valorado como merecía.
Por Pedro Corzo
Sus ideas y actos no demeritaban la vida militar ni la violencia implícita en la guerra, pero si entendía que los guerreros tenían que estar supeditados al poder civil como ejemplificó cuando le escribió al insigne generalísimo Máximo Gómez que la “República no se gobierna como un cuartel”, y al calificar el conflicto por la independencia nacional cubana como “la guerra necesaria”, rechazando con esa frase las acciones militares que no estuvieran debidamente justificadas.
Martí fue el primer dirigente civil en relacionarse de igual a igual con los militares, muchos de los cuales tenían una visión de la guerra por la independencia muy opuesta a la que él proclamaba. Eran hombre de larga experiencia en combate, con una historia de sacrificios y entrega a la causa que el Apóstol no poseía.
El apóstol, contrario a lo que afirma el castrismo, no podía inspirar un régimen absolutista como el que actualmente existe en Cuba, el mejor ejemplo de un país convertido en campamento militar, siempre dispuesto a la violencia extrema, tanto contra sus ciudadanos como hacia naciones extranjeras.
La vida y obra de José Martí es contraria por principios y valores a lo que implica el totalitarismo. Fue un hombre libre en todo lo que envuelve el concepto. Respetó la libertad de sus semejantes. No era sectario, tampoco intolerante, creía firmemente en el amor como el principal impulsor para alcanzar el bienestar, un sentimiento que afirmó cuando escribió, “La única fuerza y la única verdad que hay en esta vida es el amor. El patriotismo no es más que amor, la amistad no es más que amor” y Castro y sus acólitos son promotores del odio y la venganza como lo han demostrado con el régimen que construyeron.
La afirmación castrista de que Martí fue el autor intelectual del ataque al Cuartel Moncada es una aberración y es nuestro deber con el futuro de la Nación demostrar las veces que sean necesarias que el pensamiento martiano no podía ser sostén teórico ni moral del crimen que significa un régimen totalitario.
Su capacidad para comprender el entorno en el que le toco vivir, su habilidad y paciencia para coordinar los diferentes factores que concurrieron en nuestra gesta independentista, su coraje para participar en la Confrontación armada junto a hombres como el generalísimo Máximo Gómez y Antonio Maceo se complementaban con el talento organizativo que mostró durante su gestión patriótica.
Arribamos a los 166 años de su memoria, de su ejemplo, y para muchos cubanos ha sido la pauta de vida en esta larga lucha contra el totalitarismo castrista. Las huellas del Maestro están en todos los que lucha por la libertad y la democracia.
Su perseverancia, su tozudez patriótica manifestada con particular vehemencia después del fracaso de La Fernandina, muestran un hombre que no se daba por vencido nunca y que asumía sus compromisos con independencia de cuales fueran a ser los resultados, una conducta que muchos honran en el presente.
Los que continúan enfrentando un régimen corrupto y abusivo, 60 años de crímenes y atropellos, son fieles seguidores del Apóstol, pero también de las obra de vida de los patricios de la Guerra de los 30 años por la independencia en la que deslumbran muchos mambises.
Los hombres y mujeres que al interior de Cuba no cesan en su empeño de terminar con el castrismo al igual que aquellos que en el extranjero siguen cumpliendo con su deber representan la certeza de que Cuba será libre y que José Martí será reivindicado de la mentira castrista de que él fue el autor intelectual de la horrenda desgracia en que está sumergido nuestro país.
Hay que seguir trabajando duro, subir las cuestas que sean necesarias y andar en los desiertos que se presenten. Reafirmemos el compromiso que honran eternamente los muertos y los presos, no debe haber descanso hasta que la tiranía termine.
Pedro Corzo
Periodista
(305) 498-1714
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