Opinión

Pólvora en zamuros

Así que desde ambos extremos del tablero político se insista en seguir buscando culpables externos por las desgracias que aquí ocurren, resulta difícil para muchos foráneos sentir lástima genuina por Venezuela. No hay nota de prensa extranjera que no describa al país con las mayores reservas petroleras del planeta sumido en la miseria y degradación. […]

Por Allan Brito
Pólvora en zamuros
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Así que desde ambos extremos del tablero político se insista en seguir buscando culpables externos por las desgracias que aquí ocurren, resulta difícil para muchos foráneos sentir lástima genuina por Venezuela. No hay nota de prensa extranjera que no describa al país con las mayores reservas petroleras del planeta sumido en la miseria y degradación.

Por Antonio A. Herrera-Vaillant

Rememoran una sociedad altamente rentista e improductiva, que despilfarró sus bonanzas en insolente despliegue de rastacueros, recibidos con mezcla de ironía y desdén: “Se cayeron del cocotero al Cadillac”, decían en París allá por los años 70.

Recuerdan un país capaz de minar sus propias bases políticas, económicas y sociales en frívola pataleta antisistema, que en pocos meses veleidosamente pasó de apoyar fatuamente a una reina de belleza, a entregarse entusiasta a un codicioso grupo de gorilas fracasados en sus intentos de derribar por la fuerza a un gobierno democrático.

“¡Esto es Honduras con petróleo!”, exclamó a mediados de 1992 un exasperado embajador occidental ante las ligerezas de la política local, los esfuerzos de autoproclamados “notables” por liquidar un gobierno constitucional, y sus transparentes contubernios con oscuras fuerzas golpistas.

Difícilmente es creíble que constituya una seria amenaza regional una milicia mercenaria, relajada, hambreada y ratera; en general dirigida por disfraces venales, capaces de tolerar y subordinarse a los agentes de inteligencia de otro país, y de hacerse cómplices de corruptos pandilleros.

Los analistas de geopolítica saben que un gigantesco potencial petrolero ha sido manipulado voluble e irresponsablemente como arma política internacional; colocando la principal base de sustentación del país al servicio de cuanto enemigo del mundo civilizado camina por el planeta: Se tiró por la borda la arraigada condición de “proveedor confiable”, y será cuesta arriba recuperarla.

Observan con asombro el patético sainete de algunos opositores más dedicad0s al histrionismo y a un envilecido canibalismo de voceros democráticos que al logro de suplantar a un régimen nefasto: “¡Bochinche, bochinche! Esta gente no es capaz de hacer sino bochinche”, fueron las premonitorias palabras de Francisco de Miranda en 1812.

Mientras algunos aquí, como la Penélope de Serrat, apuestan a que la comunidad internacional nos sacará las patas del barro, el mundo intuye que a un régimen de fuerza no se le sustituirá a sombrerazos, sabe que de adentro surgirá alguna transición engorrosa, insiste en que la ropa se lave dentro de casa, y no piensa gastar pólvora en zamuros.

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