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¿Puedo contribuir a que no suban las primas de seguro?

Hace unos años vi, en un programa de viajes, una sorprendente historia que ocurría en un pueblo de campo en Okinawa, Japón. Los residentes de la aldea asistían a un puesto de vegetales a comprar y ellos mismo debían pesar los productos y depositar el dinero en una caja de madera allí dispuesta. Lo curioso […]

Por Allan Brito
¿Puedo contribuir a que no suban las primas de seguro?
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Hace unos años vi, en un programa de viajes, una sorprendente historia que ocurría en un pueblo de campo en Okinawa, Japón. Los residentes de la aldea asistían a un puesto de vegetales a comprar y ellos mismo debían pesar los productos y depositar el dinero en una caja de madera allí dispuesta.

Lo curioso del pequeño local era que no había dependientes, ni estaba presente el dueño. Cada cual se atendía y cada cual pagaba de acuerdo a los precios escritos en una tabla. El periodista sorprendido preguntó: ¿Nadie vigila? ¿Dónde está el dueño? ¿Qué pasa si dejas menos dinero o directamente no pagas o te llevas todo el dinero de la caja?

A lo que el vecino del pueblo respondió: Ahora mismo, el dueño de la tienda está atendiendo las tierras. Como ves, los precios de las mercancías son muy baratos. Sí, cuando él regrese, nota que le han robado, entonces se verá obligado a poner cámaras de vigilancia y contratar a una persona. Todas esas medidas las repercutirá en el precio de la mercancía y terminaremos todos pagando más dinero por el mismo producto que hoy nos ofrece tan barato.

Esta misma lógica se aplica en el mundo del seguro. Si hacemos reclamos falsos o vemos en los reclamos la oportunidad de ganar dinero, al final, repercute en las cuotas que pagamos todos en las primas de seguro.

El FBI estima que el costo total del fraude en los seguros, sin incluir los seguros de salud, es de más de $40 mil millones al año. Lo que significa que el engaño a los seguros le cuesta a la familia estadounidense entre $400 y $700 en aumento de las primas anuales.

Es conocido que el fraude no solo lo originan los clientes, no obstante, podemos influir positivamente si rehusamos formar parte de los esquemas de falsificación.

Si somos propietarios de una vivienda, lo justo es hacer las reclamaciones en arreglo al seguro adquirido. Sí aprovechamos el paso de cualquier tormenta para -con un reclamo falso- reparar las ventanas, los techos, o esa gotera que nunca quisimos arreglar, estamos contribuyendo a que nuestras primas mensuales suban.

Las aseguradoras reaccionan como el campesino de Okinawa, si no les da la cuenta, tienen que pagar a más inspectores, crear caros mecanismos de control y en su fórmula de negocio, aumentar la probabilidad de riesgo. En otras palabras, subir las primas de seguro. ¿Vale la pena?

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