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Ronna McDaniel: Resultados, No Retórica: La Administración Divisiva de Biden

Por: Ronna McDaniel, Presidenta del Comité Nacional Republicano (RNC) Como candidato, Joe Biden prometió “restaurar el alma de la nación” y “unificar” a los Estados Unidos. Su presidencia sería un regreso a la normalidad, proclamaron expertos de izquierda. “Los adultos vuelven a estar a cargo,” decían. Han pasado nueve meses desde que Biden asumió la presidencia y, […]

Por Allan Brito
Ronna McDaniel: Resultados, No Retórica: La Administración Divisiva de Biden
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Por: Ronna McDaniel, Presidenta del Comité Nacional Republicano (RNC)

Como candidato, Joe Biden prometió “restaurar el alma de la nación” y “unificar” a los Estados Unidos. Su presidencia sería un regreso a la normalidad, proclamaron expertos de izquierda. “Los adultos vuelven a estar a cargo,” decían.

Han pasado nueve meses desde que Biden asumió la presidencia y, hasta ahora, él y su administración han hecho todo lo posible para romper esa promesa.

Tomemos, como ejemplo, la respuesta del Fiscal General Merrick Garland a una carta de la Asociación Nacional de Juntas Escolares, quejándose de que los padres que protestan por la propaganda radical que se les enseña a sus hijos “podría ser el equivalente a una forma de terrorismo doméstico y crímenes de odio”. La NSBA incluso sugiere que los padres podrían ser investigados y castigados en virtud de la Ley PATRIOTA, la legislación antiterrorista aprobada a raíz de los ataques del 11 de septiembre. Garland declaró que el Departamento de Justicia de Biden está “comprometido a usar su autoridad y recursos para desalentar estas amenazas, identificarlas cuando ocurren y procesarlas cuando sea apropiado”. En los Estados Unidos de Biden, los padres preocupados, que protestan por el adoctrinamiento de sus hijos, son una amenaza digna de investigación y castigo.

¿O qué tal la afirmación incendiaria y falsa de Biden de que las leyes de integridad electoral aprobadas en Georgia y Texas son un “asalto de Jim Crow del siglo XXI” al derecho al voto? Después de difamar a estos estados, al sugerir que el racismo es la motivación subyacente de las leyes, Biden anunció que usaría el poder del gobierno federal para intentar perseguir a estados como Georgia, que aprueben estas leyes de integridad electoral. Según Biden, aquellos que quieren elecciones libres y justas para todos los estadounidenses son racistas. Tal retórica difícilmente es unificadora o curativa, especialmente cuando el apoyo a las leyes de identificación de votantes ha aumentado 13 puntos porcentuales entre los afroamericanos y se sitúa en el 81% entre todos los votantes.

De manera similar, en el discurso en que anunció su mandato de vacunación contra el COVID-19, a nivel nacional y para muchas empresas y más de 80 millones de trabajadores, Biden enfrentó a unos estadounidenses contra otros.

“Hemos sido pacientes, pero nuestra paciencia se está agotando”, dijo. “Y la negativa de ustedes nos ha costado a todos”.

Que un presidente estadounidense amenace a sus conciudadanos es una táctica que no tiene precedentes. La libertad y el autogobierno son valores fundamentales de esta nación, no la coerción por parte de burócratas de Washington no electos, que a nadie rinden cuentas. Un decreto federal de este tipo no solo es descaradamente inconstitucional, sino que obliga a las pequeñas empresas a gastar sus propios recursos para pagar las pruebas semanales de coronavirus, además de obligar a sus empleados a vacunarse o ser despedidos. Eso representa una carga para las empresas, que ya se han tenido que reducirse después de meses de cierres liderados por los Demócratas, y beneficios de desempleo adicionales que han incentivado a los trabajadores a quedarse en casa. La administración Biden está desperdiciando la recuperación económica que heredaron del presidente Trump y los Republicanos y pisoteando las libertades individuales en el proceso.

Aparentemente, los padres preocupados, los votantes que quieren un proceso electoral seguro y los estadounidenses que han optado por no vacunarse son dignos de vergüenza nacional. Pero cuando se le preguntó a Biden sobre las imágenes de la senadora Demócrata Kyrsten Sinema siendo perseguida al baño por izquierdistas, que protestaban por su negativa a apoyar su proyecto de ley de Construir de Nuevo la Quiebra, por 3,5 trillones de dólares, Biden se echó a reír diciendo que ese acoso “le pasa a todo el mundo,” es “parte del proceso”. ¿Fue eso lo que quiso decir con restaurar la cortesía y la decencia?

Lejos de unir al país, la administración Biden ha venido sembrando división en cada oportunidad. Han enfrentado a unos estadounidenses contra los otros, enmarcando a la mitad del país como posibles amenazas terroristas y riesgos para la salud pública. Estas son tendencias graves que ponen en peligro la estabilidad de nuestro país y la capacidad de resistir ataques, domésticos como extranjeros. Bien advirtió Lincoln, “una casa dividida contra sí misma no puede mantenerse”.

Esta administración ha demostrado una vez más que lo que importa son los resultados y no la retórica. Esa es una lección que los votantes llevarán consigo a las urnas en 2022.

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