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Ronna McDaniel: Tierra a Demócratas: Las políticas verdes radicales perjudican, en vez de ayudar al medio ambiente

Es el Día de la Tierra, lo que significa que podemos esperar una oleada de Demócratas hablando sobre el aumento del nivel del mar, las emisiones de carbono y el Nuevo Pacto Verde. A los Demócratas les gusta pensar que están salvando la tierra, pero en realidad, muchas de sus políticas acaban perjudicando al medio […]

Por Allan Brito
Ronna McDaniel: Tierra a Demócratas: Las políticas verdes radicales perjudican, en vez de ayudar al medio ambiente
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Es el Día de la Tierra, lo que significa que podemos esperar una oleada de Demócratas hablando sobre el aumento del nivel del mar, las emisiones de carbono y el Nuevo Pacto Verde. A los Demócratas les gusta pensar que están salvando la tierra, pero en realidad, muchas de sus políticas acaban perjudicando al medio ambiente.

Por Ronna McDaniel

En su primer día en el cargo, Joe Biden canceló el oleoducto Keystone XL para apaciguar a la extrema de izquierda, eliminando al hacerlo 11,000 puestos de trabajo.

Su administración también ha planteado la idea de cerrar el oleoducto de la Línea 5 de Michigan, del que dependen millones de habitantes del medio oeste para calentar sus hogares.

Las investigaciones demuestran que los oleoductos son un método de transporte de petróleo mucho más seguro que el camión, el ferrocarril o el barco, medios estos que tienen un riesgo mucho mayor de derrames y fugas, algo que incluso admitió la Secretaria de Energía de Biden, Jennifer Granholm.

Las desventajas de cerrar los oleoductos en los Estados Unidos son obvias: mayor riesgo de derrames de petróleo, dependencia energética de regímenes extranjeros como Irán y Venezuela, y aumento de los precios del petróleo.

De hecho, cargar combustible se ha vuelto tan costoso que tareas básicas como conducir al trabajo y la escuela están afectando el presupuesto de muchos estadounidenses.

El dolor es el punto en la “transición” energética de Biden. Como respuesta a los estadounidenses que se enfrentan al aumento de los precios de la gasolina, el Secretario de Transporte, Pete Buttigieg, sugirió a las familias que compren un vehículo eléctrico (EV), que cuesta en promedio $56,000.

La administración Biden ha hecho de los EVs un pilar de su agenda en contra de la energía producida en los Estados Unidos.

El año pasado, estableció el objetivo de que la mitad de los vehículos vendidos en el país, para el año 2030, sean eléctricos.

Más recientemente, Biden se comprometió a usar dólares de los contribuyentes para construir estaciones de carga para EVs por todo el país.

Irónicamente, la producción de estos llamados autos “verdes” es notoriamente destructiva para el medio ambiente.

Dependen de las baterías de litio, un elemento cada vez más raro que daña el suelo y provoca la contaminación del aire cuando se extrae. Producir una batería de litio EV requiere miles de galones de agua.

Y entre ahora y 2050, las emisiones de las centrales eléctricas que alimentan a los vehículos de cero emisiones, superarán las emisiones de los nuevos vehículos con motores de combustión interna.

Incluso con las reducciones de emisiones de dióxido de carbono logradas por los vehículos de cero emisiones, el cambio sería demasiado pequeño para afectar las temperaturas globales y no tendría un valor económico medible.

Mientras tanto, los estadounidenses están pagando más que nunca para llenar sus tanques de gasolina.

Nada de esto le importa a la administración Biden, que está comprometida con librar una guerra contra la energía estadounidense confiable.

En su primer día en el cargo, Biden se reincorporó al Acuerdo Climático de París, que según los economistas eliminaría cientos de miles de puestos de trabajo y obligaría a los hogares estadounidenses a gastar hasta un 20% más en electricidad.

Ha restablecido las onerosas regulaciones energéticas de la era de Obama y ha ahogado la producción de petróleo y gas de Estados Unidos.

Y a principios de esta semana, la Casa Blanca anunció planes para volver a imponer estándares ambientales estrictos para aprobar nuevos proyectos de infraestructura, como estudiar de qué manera la construcción afectará el cambio climático.

Todos los estadounidenses, incluyendo aquellos que tal vez no puedan permitirse vivir cerca del trabajo, tengan jornadas con largos viajes diarios o sean padres de niños pequeños, resultarán perjudicados por la agenda ambiental radical de Biden.

Teniendo en cuenta de quién se rodea, no sorprende que Biden esté tan fuera de contacto con los estadounidenses normales.

Durante su campaña, Biden nombró a Alexandria Ocasio-Cortez, arquitecta del Nuevo Pacto Verde, como copresidenta de su grupo de trabajo sobre el clima.

La vicepresidenta Kamala Harris elogió el Nuevo Pacto Verde, diciendo que “los principios subyacentes detrás de ella son sólidos e importantes.

” Buttigieg cree que “esta es nuestra oportunidad” de implementar políticas al estilo del Nuevo Pacto Verde en el Departamento de Transporte. Y el jefe de la EPA de Biden, Michael Regan, prometió poner la “justicia ambiental” en el centro de la toma de decisiones de la Administración de Protección al Medio Ambiente.

Pero a pesar de tanto bombo y platillos, las políticas Demócratas no están salvando el medio ambiente. Incluso pueden estar perjudicándolo.

Y definitivamente están destruyendo empleos estadounidenses, poniendo a prueba los presupuestos familiares y socavando nuestra seguridad nacional.

Para los Demócratas, el Día de la Tierra es una oportunidad para satisfacer a los grupos de intereses especiales y avanzar en su agenda política radical, todo mientras se sienten moralmente superiores.

Los Republicanos, por su parte, creen en la importancia de ser buenos administradores de nuestros recursos naturales y en defender políticas que realmente preserven el medio ambiente, en el Día de la Tierra y todos los días.

Ronna McDaniel es Presidenta del Comité Nacional Republicano

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