Popularmente el seguro de vida es visto como una alcancía en la que se echa dinero para, cuando uno fallezca, dichos fondos se multipliquen y se entreguen a los seres queridos que le sobrevivan.
Y tienen razón quienes así piensan. El seguro de vida en sus diferentes variantes hay concebirlo como un acto de amor destinado a hijos y cónyuge. Lo que muchos desconocen es que también puede ser un instrumento de ahorro, o funcionar como una garantía para proteger la hipoteca, en caso de contraer una enfermedad que le aparte de la vida laboral, por algún tiempo.
Como puede ver, no hay que morirse para acceder a los beneficios de la póliza. Si un asegurado contrae una enfermedad crítica, crónica o terminal puede cobrarlos. Este tipo de protección es muy aconsejable, si tenemos en cuenta que en EEUU, según el National Cáncer Institute, existen unos 17 millones de sobrevivientes de cáncer. Por otra parte, casi 800.000 estadounidenses sufren un infarto cada año. Todas estas personas podrían haber tenido acceso al beneficio en vida si hubieran contratado el seguro de vida adecuado.
Insisto, no es erróneo percibir el Seguro de Vida con Beneficio en Vida como un acto de amor hacia los seres queridos, solo debo hacer un matiz. Si las cosas se le tuercen y usted sufre un ataque cardiaco, un derrame cerebral, contrae cáncer, le da una paraplejía o pierde la vista, usted también contará con protección financiera.
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