Allá por enero de 2019, cuando la Presidencia interina de Juan Guaidó estaba en su apogeo, sin querer cumplí el incómodo papel del agorero, ya que declaré para un diario paraguayo que “Venezuela será la segunda Cuba, la Cuba sudamericana”.
No hace falta decir que me gané una avalancha de críticas e insultos de los venezolanos en Paraguay, así como en otras partes del mundo y en la propia Venezuela. Incluso colegas extranjeros cuestionaron mi posición, ya que, para todos ellos, la caída del narcotirano-neocomunista era inminente. Guardé silencio y mantuve estoicamente mi posición, ya que estoy acostumbrado a las críticas.
La consolidación de la extrema izquierda
Lamentablemente, con el amargo paso del tiempo, mi tesis se confirmó. El gobierno interino -por múltiples motivos que no detallaré aquí- vivió una existencia efímera y estéril, llevándose consigo una oportunidad real y efectiva, un tiempo valioso e irrepetible para liberar al país de las hordas criminales nacionales y transnacionales que hoy ostentan el poder. Rehén de la sociedad venezolana.
Todas estas variables indican no solo un simple regreso de los socialistas en Iberoamérica sino que 2021 es el año de la “consolidación de la izquierda radical en la región”.
Con la combinación de los dos factores antes mencionados, más la lamentable derrota de Donald Trump en noviembre de 2020, Venezuela se mantendrá sin grandes variaciones de su deplorable status quo interno, incluso en el hipotético e improbable caso de la muerte de Maduro.
Hago este comentario para entender la magnitud de la situación y cuán fuertemente arraigada está la estructura de las mafias transnacionales en Venezuela. Es decir, a partir de 2021, lamentablemente, observaremos que las mafias dominarán la arena política hemisférica, como ya lo señaló Jean-Francois Gayraud en 2007 y lo reiteró recientemente el experto en seguridad paraguayo Jorge Llano.
Las únicas posibilidades reales de liberación de Venezuela están bajo una invasión unilateral o multilateral liderada por Estados Unidos o una rebelión armada interna. Lamentablemente, no hay voluntad ni capacidad instalada para ninguna de estas alternativas, por lo que todo lo demás que se haga, se traduce en acciones diplomáticas y políticas, sin resultados efectivos.
Autor: Nahem Reyes
Fuente: elamerican.com