En Cuba no manda hoy el PCC, como establece el totalitario artículo 5 de la Constitución vigente, sino una reducida mafia de familias que quizás no lleguen al 0.01% de la población.
El PCC, el Consejo de Estado, el presidente, primer ministro y la Asamblea Nacional existen para obedecer y ejecutar, no para decidir.
El nombramiento de Miguel Díaz Canel al frente del PCC –que ya había demostrado ser un inútil pelele como presidente del país– subraya que esa institución, al igual que las otras ya mencionadas, carece de importancia.
El congreso es paisaje. Tres jornadas de circo sin pan, como entretenimiento para ilusos nacionales y extranjeros.
Cuba no es un país socialista o comunista porque la casta que lo controla se ha desentendido del bienestar nacional –trabajo pleno, salarios capaces de adquirir la canasta familiar básica, atención médica, oferta de alimentos y medicinas, educación, y una seguridad social suficiente para la vejez. Del comunismo solo se ha preservado la represión totalitaria.
Las empresas que reportan ganancias están secuestradas por el monopolio mafioso GAESA, que nadie controla ni audita.
A GAESA no le interesa invertir en la agricultura porque le resulta más fácil, y su margen de ganancia es mayor, si importa alimentos y los vende al 400% de su costo. Importar y vender a sobreprecio en dólares es más rentable y menos engorroso que invertir en esa área del desarrollo nacional.
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