Opinión, Política

Antonio A. Herrera-Vaillant: Año nuevo, vida nueva

Año nuevo, vida nueva. Así canta una de las inolvidables composiciones del maestro Billo Frómeta con las que los venezolanos recibimos jubilosos al nuevo año. Por Antonio A. Herrera-Vaillant Hoy, con la usurpación aún entronizada, se hace más difícil celebrar con el mismo ánimo de otros tiempos. Pero el 2020 comienza con muchas más razones […]

Por Allan Brito
Antonio A. Herrera-Vaillant: Año nuevo, vida nueva
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Año nuevo, vida nueva. Así canta una de las inolvidables composiciones del maestro Billo Frómeta con las que los venezolanos recibimos jubilosos al nuevo año.

Por Antonio A. Herrera-Vaillant

Hoy, con la usurpación aún entronizada, se hace más difícil celebrar con el mismo ánimo de otros tiempos. Pero el 2020 comienza con muchas más razones para celebrar que el 2019.

El firme reconocimiento de casi 60 naciones a la soberana Asamblea Nacional no resuelve los graves problemas existenciales de quienes sufren las consecuencias del desgobierno: Pero es indiscutible que el movimiento democrático venezolano tiene ahora peso propio en un concierto de naciones que trabaja activamente por erradicar el sistema aberrante que hoy padecemos todos.

Cada día que pasa no es un día “ganado” de la dictadura sino un día más en que sobrevive sin esperanzas, asediada por un cerco implacable, destinado a hacer saltar las costuras a una alianza mercenaria de malandros y malvivientes.

Ciertos “analistas” se llenan la boca con la supervivencia temporal del régimen frente a las sanciones, refugiándose en argumentos que equiparan el caso venezolano con los fosilizados regímenes de Cuba y Corea del Norte, sin tomar en cuenta abismales diferencias entre cada circunstancia.

Para comenzar, en ninguna de esas naciones existió jamás una Asamblea legislativa soberana y en ejercicio, así sea nominal – por ahora – del poder ejecutivo. Pero los agoreros de siempre tampoco fueron capaces de predecir la implosión de la URSS.

Las naciones democráticas más relevantes del planeta no se están jugando sus opciones políticas con Venezuela sin tener claro el objetivo de poner fin a la usurpación. Lo que falta es definir cómo y cuándo llegará.

Es obvio que para el venezolano de a pie el final de la dictadura es “para ayer”; pero a menos que quienes claman por fuerza estén dispuestos a hacer algo más que plañir, habrá que esperar a que la conjunción de factores actuales – y los que falten – sean suficientes para provocar un desenlace.

El 2020 no será fácil, y la salida del régimen seguramente será tan turbia y engorrosa como su entronización. Nuestros aliados democráticos han dejado muy en claro que su principal opción son elecciones con condiciones diáfanamente claras.

Todo nuevo año trae la posibilidad de una vida nueva. El reto para el 2020 es lograr las condiciones indispensables para el fin de la pesadilla y el retorno a la patria. No es tiempo para el desaliento, la división y el derrotismo. Ni vamos a haber nadado tanto para ahogarnos en la orilla. Ánimo, y que logremos nuestros deseos en este nuevo año.

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