Termina el 2019 y la usurpación sigue aferrada al poder para frustración de todos. Pero alegar que la dictadura ha “ganado tiempo” es un supuesto tan falaz como superficial: Todo régimen que necesite “ganar tiempo” para sobrevivir está inexorablemente condenado a perecer sin tener opciones para un futuro rescate.
Por Antonio A. Herrera-Vaillant
El mundo civilizado les ha brindado todas las oportunidades de salir pacíficamente de un callejón sin futuro, y han perdido todo el año rechazándolas; limitándose a torpes zarpazos de fiera acorralada, agarrándose de cuanto resquicio efectista se cruza en su camino.
La dictadura está en su peor momento de los últimos años. Su único “logro” ha sido prolongar sus propios estertores a costa de mayores sufrimientos de la población venezolana. No han incrementado su credibilidad o legitimidad en lo político. Menos aún han avanzado en lo económico o social. Se mantienen con, por y para el crimen y el terror, cavando cada día más hondo la fosa de sus condenas por delitos de lesa humanidad. Su total falta de conciencia y decencia se evidencia en cada paso que dan.
Salvo alguna adhesión mercenaria, su mito no ha ganado ni un solo nuevo adepto en Venezuela en todo el curso de su existencia; y sí los ha perdido – por millones – y los sigue perdiendo por cada minuto y hora que pasa – mientras su oposición crece indeteniblemente.
Durante el 2019 casi 60 países los han repudiado y han reconocido que la representación legítima del pueblo venezolano reside en la soberana Asamblea Nacional, en ejercicio del Poder Ejecutivo. Se han incrementado las sanciones a delincuentes que lucran al amparo de una descarada corrupción, y se intensificará el estrangulamiento de las fuentes de ingreso de la satrapía imperante.
Lo resume María Corina Machado:
“la producción de petróleo sigue cayendo, las sanciones aumentan, el cerco diplomático ha llegado a niveles impensables, los mercados repudian a Maduro y los países del hemisferio se han organizado, en un acto sin precedente, a través del TIAR para provocar el socavamiento de los pilares que aún sostienen el régimen.”
Hoy solo les queda proyectar una supuesta falta de claridad en el movimiento democrático para sembrar desmoralización entre opositores y presentarse “comparativamente como robustecidos, utilizando esta coyuntura para – ilusamente – proyectarse como una estructura sólida y cohesionada”.
Sin embargo, su final está decidido: Solo falta definir el cuándo y el cómo. Y todos los demócratas del mundo hacemos votos por que sea cuanto antes – para bien de la humanidad. ¡Felicidades a todos!
