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Cuba: el grito de los excluibles, 345 protestas en octubre

Al viejo gobierno de Cuba ─el más longevo del mundo de hoy─ se le empiezan a notar los achaques de su tercera edad. Por Rolando Cartaya Se ha anquilosado tanto que ya no es capaz de ofrecer respuestas creativas al surgimiento de una nueva generación a la que no le interesan ni su discurso gastado […]

Por Allan Brito
Cuba: el grito de los excluibles, 345 protestas en octubre
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Al viejo gobierno de Cuba ─el más longevo del mundo de hoy─ se le empiezan a notar los achaques de su tercera edad.

Por Rolando Cartaya

Se ha anquilosado tanto que ya no es capaz de ofrecer respuestas creativas al surgimiento de una nueva generación a la que no le interesan ni su discurso gastado ni mucho menos sus promesas vacías, pero que además no se piensa conformar con el desigual status quo, reportó FhrCuba.

A palo y tentetieso, con unas campañas de desprestigio tan maniqueas que nadie se las cree, y repartiendo unas pocas migajas, la acomodada casta militar que no pasa del 0.01 por ciento de la población, cree que va a disolver un sentimiento de rebeldía nacional que el 11 de julio pasado (11-J) alcanzó una masa crítica originada por las penurias y los abusos acumulados durante 62 años mientras ellos, la élite de poder, seguían viviendo a sus anchas.

En el recién concluido mes de octubre, como señala el informe mensual publicado el lunes por el Observatorio Cubano de Conflictos (OCC), continuaron tensando todas sus fuerzas en “la ola más brutal de terror desatada por el Estado desde los tiempos de la guerra civil en la década de 1960”.

Esto incluyó allanamientos, golpizas “ejemplarizantes”, retenciones domiciliarias, actos de repudio, expulsión de centros laborales por expresar críticas en las redes sociales y sentencias a más de diez años de prisión por haber coreado consignas antigubernamentales en público.

Sin embargo, indica el informe, estas no son señales de fuerza, sino de temor ante la proximidad de nuevas protestas, dado el estado de ánimo de la población. Saben que el 11-J fue un parteaguas, que ese día, como en el Macbeth de Shakespeare, sucedió lo imposible, lo que creían tener atado y bien atado: ese día el bosque empezó a marchar hacia el Palacio de la Revolución.

Ellos también llevan la cuenta de las protestas públicas y saben que, a pesar del terror, siguieron creciendo, 345 protestas en el mes de octubre. Pero además les desconcierta este nuevo enemigo que osa enfrentárseles, “una generación postrevolucionaria que se relaciona de forma natural con las nuevas tecnologías digitales y desde las redes aporta nuevas percepciones y significados al imaginario social. Una creativa amalgama de abogados, religiosos, economistas, informáticos, cineastas, dramaturgos, escritores y artistas. Una vanguardia cultural que da voz e incentiva las esperanzas de una creciente masa de ciudadanos empobrecidos e inconformes”.

Siempre le han temido a que los ridiculicen, y cuando cometieron la impudicia de presentar en las redes sociales a grupos paramilitares armados con palos para reprimir a quienes participen en la marcha por el cambio convocada para el 15 de noviembre, un aguacero de burlas en forma de memes, videos y carteles publicados en las redes les caló los huesos.

Su ofensiva de medidas populistas de última hora, para crear la expectativa de que las cosas están a punto de mejorar, ha servido a estos jóvenes para demostrar que ninguna de esas concesiones se habría logrado sin el 11-J, que ante la desidia de “ellos” lo único que funciona son las protestas.

Como termina diciendo el informe mensual de octubre del Observatorio Cubano de Conflictos, “esta elite mafiosa ejerce cada vez más represión violenta, pero controla cada vez menos la evolución de los acontecimientos” y agrega que sería muy beneficioso para toda la sociedad cubana que esa casta opresora llegase a entender que no debe cerrar todo espacio para el cambio no violento.

Un periodista independiente de esta misma generación rebelde, Iván García Quintero, recuerda en su blog Desde La Habana las alternativas que consideraron dos dictadores comunistas de Europa del Este cuando el descontento popular alcanzó en sus países el punto de no retorno: En Polonia, el General Jaruzelski se sentó a negociar con la oposición que lideraban Solidaridad y Lech Walesa, y hubo una transición pacífica a la democracia.

En Rumanía, Nicolae Ceaucescu ordenó al Ejército y la Seguridad del Estado disparar contra la población civil que se manifestaba en la ciudad de Timișoara. Una semana más tarde Ceaucescu había perdido el poder y era fusilado junto con su esposa.

 

 

 

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