En 2012 Nathan Wolfe, un “cazador de virus” que había recorrido el mundo para investigar los centros posibles donde estos microorganismos y pandemias podrían pasar desde los animales salvajes a los humanos con seguro, publicó The Viral Storm: The Dawn of a New Pandemic Age (La tormenta viral: El alba de una nueva era pandémica).
Por redacción MiamiDiario
Ese libro convirtió al epidemiólogo de la Universidad de Stanford, de apenas 46 años, en una estrella global. Hablaba de eventos que ocurrían una vez en 100 años, acaso, reconoció. Pero podían ser tan devastadores que también resultaban una suerte de santo grial de la ciencia.
Wolfe fundó Metabiota, a la cual transfirió su sueño de una red de vigilancia de enfermedades infecciosas: una compañía de datos epidemiológicos. Allí lo encontró Evan Ratliff, de Wired, en plena pandemia del COVID-19, reportó Infobae.
—Ha de ser una sensación muy rara —le escribió— haber tenido razón, terriblemente, sobre algo en lo que no quería tener razón.
En efecto, le respondió el epidemiólogo, se sentía “un poco abrumado”. En aquel momento los Estados Unidos acababan de sobrepasar los 4.000 contagios del nuevo coronavirus (hoy tienen casi 2,2 millones). El epicentro de la pandemia de SARS-CoV-2 se había movido de China a Europa, y pronto se instalaría en el continente americano, primero en el norte y luego en el sur.
Pero había otra cosa que le pesaba. En los últimos años se había dedicado a pensar las pandemias no desde el punto de vista de los enfermos y los muertos, sino de sus consecuencias económicas: cierres de comercios, despidos, desalojos. Incluso había llegado a trabajar en un seguro contra pandemias, pero nadie lo había querido.
—¿Qué cosa? —lo detuvo Ratliff.
—Un seguro contra pandemias, una póliza de seguros para comercios, y acaso para países, que pagara apenas una epidemia llegara a cierto nivel.
“En 2015 Metabiota se había asociado con el gigante alemán de los reaseguros Munich Re y el broker de seguros estadounidense Marsh para desarrollar y vender una póliza específicamente para proteger a las grandes empresas contra pandemias, para contener sus pérdidas financieras y mantenerlas a flote”, escribió Ratliff. Habían lanzado el producto en 2018.
—En líneas generales, fracasamos. No porque no hiciéramos buenos modelos —explicó Wolfe—, hicimos posible el primer seguro para interrupción de los negocios debido a una pandemia. Pero nadie lo compró.
—¿Nadie, literalmente?
—Hasta donde sé, nadie compró una póliza.
Wired reconstruyó la historia de ese seguro que, a la vista de lo que está sucediendo con el COVID-19, en el futuro muchos bancos podrían requerir antes de hacer un préstamo a industrias como las aerolíneas o la hotelería. Aunque también habría que determinar si la demanda no lograría superar incluso la capacidad de los reaseguradores y otros inversores.
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