Hay sucesos que conmocionan a la opinión pública por su grado de violencia y horror. Algunos parecen sacados de una película sangrienta de asesinos seriales, pero forman parte de la realidad.
Recientemente, se dio a conocer un caso macabro que sigue dando de qué hablar. El 9 de noviembre, un indigente consiguió el torso de una mujer dentro de un contenedor de basura de Tarzana, en Los Ángeles.
El hombre dio aviso a las autoridades de lo que había conseguido. Los oficiales procedieron a acordonar la zona y revisar las cámaras de seguridad del centro comercial Westfield Topanga.
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Con las imágenes, los detectives siguieron la pista del sospechoso hasta una residencia en la cuadra 4100 de Coldstream Terrace. El dueño de la propiedad, identificado como Samuel Haskell, fue arrestado en la vivienda que compartía con su esposa, tres hijos y sus suegros. Sin embargo, en ese momento solo se encontraba con los niños y el resto de los habitantes de la casa están desaparecidos.
Dentro de la casa, los policías de Los Ángeles consiguieron sangre y otras evidencias que relacionan a Haskell con un presunto caso de asesinato. Para determinarlo, tendrían que encontrar las otras partes del cuerpo hallado. En ese momento, el sujeto quedó detenido con una fianza de 2 millones de dólares.
Contrató jornaleros en Los Ángeles para desaparecer los cuerpos
El 10 de noviembre, varios jornaleros denunciaron que fueron contratados por Haskell para deshacerse de unas bolsas grandes de basura.
Los trabajadores narraron que el hombre les ofreció $500 para que retiraran del garaje de la casa, varias bolsas supuestamente llenas de piedras. No obstante, cuando las cargaron sintieron algo blando adentro.
“Cuando recogimos las bolsas, nos dimos cuenta de que no eran piedras, estaban aguadas y con algo suave adentro”, dijo uno de los obreros que no quiso ser identificado.
De igual forma, las subieron en su camión pero ante las dudas detuvieron el transporte a una cuadra de distancia. Al bajarse y abrir lo que contenían los desechos se horrorizaron al ver lo que parecía el ombligo de una persona.
Alegan que regresaron apresuradamente a la casa de Haskell y dejaron las bolsas en el camino de la entrada. Además, dijeron que al devolver el dinero el sospechoso les afirmó que solo eran accesorios de Halloween.
Los trabajadores acudieron a varias estaciones de policía en la ciudad pero no fueron atendidos o los dirigían a otras oficinas. Hasta que finalmente desistieron y contaron su historia para el referido medio.
“Dios nos estaba cuidando”, dijo el trabajador.
Hasta el 10 de noviembre, Sam Haskell permanecía detenido pero sin cargos formales. Se espera que haga una comparecencia inicial ante el tribunal el día 13.
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