Cuba

Actor cubano se pronunció por los altos aranceles de la Aduana de Cuba para la importación de piezas de autos

El actor Luis Silva, quien encarna al personaje de Pánfilo en el popular programa satírico de la televisión cubana “Vivir del Cuento”, reaccionó de manera seria y enfadada en Facebook, en relación a un rumor que aseguraba que, desde septiembre, los cubanos ya no podrían pagar en pesos cubanos CUP los aranceles aduaneros a su […]

Por Allan Brito
Actor cubano se pronunció por los altos aranceles de la Aduana de Cuba para la importación de piezas de autos
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El actor Luis Silva, quien encarna al personaje de Pánfilo en el popular programa satírico de la televisión cubana “Vivir del Cuento”, reaccionó de manera seria y enfadada en Facebook, en relación a un rumor que aseguraba que, desde septiembre, los cubanos ya no podrían pagar en pesos cubanos CUP los aranceles aduaneros a su primera importación de bienes del año. Por todas las demás hay que pagar en pesos convertibles CUC (1 CUC=25 CUP).

Por Redacción MiamiDiario

Aunque aparentemente el rumor no pasó de ser eso, el posible paso atrás le hizo hervir la sangre a Silva, quien reclamó en la red social: “Yo necesito que un Medio de Prensa Oficial cubano me diga que estos rumores no son ciertos. ¿O es que ahora toca un RECRUDECIMIENTO DEL BLOQUEO INTERNO?”

Y agregaba el actor: “Las importaciones nadie tiene que quitarlas. Las importaciones se quitan solas el día que las cosas estén en las tiendas a un precio razonable”.

Hay que recordar que esto de las “importaciones” se refiere a lo que los cubanos autorizados a viajar ─ otros están “regulados” y se les impide hacerlo─ puedan ingresar al país como parte de su equipaje a través del aeropuerto, porque la importación y exportación comercial es un monopolio del Estado y no se permite ni siquiera a las microempresas del sector privado. Estas tienen que contratar, para asegurar los insumos de sus negocios, a personas que viajen a comprarlos a título personal a la zona libre de Colón en Panamá, los pulgueros de México o Haití, y hasta a los de Moscú, y luego pagar los altos aranceles aduaneros.

Pero esta disposición es apenas una del abanico de prohibiciones absurdas que conforman “el bloqueo interno”, una compleja y absurda maraña de restricciones legales que dificultan la vida de los cubanos y que ha sido así llamado por opositores y comunicadores independientes, en oposición al embargo estadounidense que el gobierno cubano llama “bloqueo”.

Silva, quien últimamente se ha hecho eco en las redes sociales del sentir del pueblo cubano, usó el término después que el propio gobernante Miguel Díaz-Canel, se refiriera a “lo que algunos llaman el bloqueo interno”.

Como ha manifestado en un comunicado la Fundación para los Derechos Humanos en Cuba estas trabas actúan como “barreras estatales internas al talento y la iniciativa ciudadana” y su cese “conduciría en muy breve plazo al bienestar general por medio de la creación de empleos y el crecimiento de la producción de bienes, productos y servicios”.


En la época presuntamente “reformista” del señor Díaz-Canel, el bloqueo interno no ha sido menos que en las de sus predecesores, Fidel y Raúl Castro. Es más, se viene recrudeciendo sistemáticamente: Firmadas por Díaz-Canel, se han creado nuevas prohibiciones contra la libre creación artística, con el Decreto-Ley #349 de 2018, y otras contra la libre expresión, información y prensa mediante el Decreto-Ley 370 de 2018, recién publicado en la Gaceta Oficial y que acosará con multas a quienes hospeden “un sitio en servidores ubicados en un país extranjero”.

Para que todo siga igual, el régimen necesita controlar la vida nacional con una intrincada maraña de prohibiciones a fin de tener un pretexto “legal” en que apoyarse para pasarles la cuenta a los que se rebelen.

En su post en Facebook, Silva ─quien recibiera en Cuba con sus compañeros del programa “Vivir del Cuento” al ex presidente estadounidense Barack Obama─ mencionaba una de esas incontables trabas que hacen la vida imposible a los cubanos: el cobro de un arancel de 400 dólares a un pariente que importó para un “almendrón” (auto americano de la década de los 50) “unas piezas que el estado no vende, ni fabrica”.

Como bien dice el autor, esas piezas “van a convertirse en mejores frenos, en menos emisiones de gases, en mejor sustentación del automóvil, en ahorro de combustible, en menos accidentes (…) Tantas reuniones, ¿y nadie analiza esto? Es para que todo el que quiera entrar piezas las entre. Pero no. Porque en lo que piensan es en el negocio. En impedir que la gente haga negocio con las piezas. ¿Será tan difícil darse cuenta de eso?”

La alternativa bien podría ser la que concluía en su post el popular Pánfilo: “Sigan apretando, que la gente se cansa”. Y el día que eso suceda puede que exploten, porque ya nadie puede escapar en balsa.

 

 

Con información de nota de prensa

 

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