26 años después de que fuera declarado culpable del asesinato de Phyliss Minas, de 63 años, el cubano José Antonio Jiménez será ejecutado este jueves
Por Redacción MiamiDiario
Minas vivía sola con sus gatos. Por su labor como empleada de los tribunales de Miami-Dade estaba familiarizada con los episodios de violencia que se veían en el tribunal y vivía su vida de forma tranquila en su apartamento de North Miami.
En 1992 uno de sus vecinos, el cubano José Antonio Jiménez, quien era un adicto a las drogas, entró a su apartamento por la fuerza para robar y al ser descubierto por Minas se lanzó sobre ella para golpearla salvajemente, para luego propinarle ocho puñaladas, dos de ellas en el corazón. El jurado en ese entonces no mostró ningún signo de misericordia hacia el acusado y lo condenó a muerte.
“Fue un asesinato horrible, Jiménez fue totalmente despiadado”, dijo el Fiscal que llevó el caso hace 26 años.
“Minas estuvo viva y consciente durante toda la agresión”, dijo la entonces jueza de circuito de Miami-Dade, Leslie Rothenberg, durante la sentencia.
Jiménez fue encontrado culpable también de otro asesinato en 1990, año en el que estranguló a otra mujer, la cual fue encontrada muerta en su apartamento de Miami Beach y condenado a 17 años de prisión.
El asesino reincidente, José Antonio Jiménez, será ejecutado con una inyección letal.
La ejecución de Jiménez había sido programada originalmente para el 18 de julio por inyección letal, pero la Corte Suprema de la Florida optó por suspenderla luego de que los abogados de la defensa alegaron que no se había entregado registros policiales clave.
Actualmente Jiménez continúa apelando a su ejecución ante la Corte Suprema de la Florida y la Corte Suprema de Estados Unidos.
Uno de los principales argumentos en los que se basa su apelación es el hecho que la defensa reclama que a Jiménez se le debió ofrecer una nueva audiencia de sentencia bajo la ley de pena de muerte actual en la Florida, la cual difiere de la que se encontraba vigente en 1992, fecha en la que cometió el asesinato.
En el juicio, sus representantes legales alegaron que Jiménez no debe ser ejecutado producto del grave problema que tenía con las drogas, algo que le transformó su vida en un caos.
El día del asesinato, Jiménez había consumido drogas por valor de 200 dólares.
La jueza Rothenberg, por su parte, quien es ahora es magistrada en el Tribunal de Apelaciones del Tercer Distrito, expresó que Jiménez si sabía lo que estaba haciendo y hasta se llevó el arma del asesinato y trató de ocultarla cuando escapó de la escena del crimen.
Con información de Isla Local
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