El bochornoso espectáculo de chusmería y guapería de barrio escenificado por diplomáticos de la misión cubana en la ONU el 13 de octubre pasado no tiene parangón en el seno del máximo foro mundial. La delegación cubana intentó sabotear con gritos ensordecedores y golpes en las mesas una sesión dedicada a examinar la situación de los presos políticos en Cuba.
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El escenario de ese grotesco despliegue de salvajismo fue el salón del Consejo Económico y Social de la ONU (ECOSOC) en la sede de la Organización en Nueva York.
Ese 13 de octubre el Departamento de Estado de EE.UU presentaba ese día la campaña mundial “Jailed for What?” (“¿Encarcelado por qué?”) para exigir la liberación de los presos de conciencia en la isla. Durante la sesión de trabajo, el Secretario General de la OEA, Luis Almagro, denunció “las condiciones carcelarias de al menos 130 presos políticos”. Por su parte, los representantes del Departamento de Estado de Estados Unidos expresaron que los presos políticos en la isla son un signo explícito de la naturaleza represiva del régimen y representan una afrenta a las libertades fundamentales del ser humano.
Pero los agentes cubanos de inteligencia y “brigadistas diplomáticos de respuesta rápida” ya estaban avisados desde días antes y tenían instrucciones de La Habana de sabotear el acto en grande. Encabezados por su embajadora ante ONU, Anayansi Rodríguez, comenzaron a dar gritos ensordecedores, a golpear las mesas con las manos y libros (típico de salvajes que no leen, pero los usan para hacer ruido). No dejaban hablar a nadie. Mientras tanto la “compañera” Anayansi pronunciaba su propio discurso al mismo tiempo y fuera de micrófono.
“Nunca en toda mi vida había visto diplomáticos comportarse como la delegación cubana lo hizo hoy… uno se pregunta si los diplomáticos de este gobierno se comportan así, ¿cómo se comportará la policía? Se entiende por qué la gente tiene miedo a hablar, por qué se manda a gente a la cárcel por hablar”. Así evaluó la representante de EE.UU, Kelley Currie, el acto de repudio de la diplomacia dictatorial.
Lógicamente la práctica de matón de barrio se ha agravado con el empeoramiento de la crisis interna económica y social. También con el desmoronamiento progresivo de sus colonias del ALBA. Ahora nada pueden argumentar. Se han quedado sin discurso.
En la Cumbre de las Américas de Lima, en abril pasado, los delegados cubanos sabotearon sistemáticamente el evento. Al secretario general de la OEA le gritaron “traidor”, “vendepatria”, y “agente de la CIA”. Antes, en 2015, en la Cumbre de las Américas de Panamá, los delegados castristas agredieron físicamente a opositores cubanos residentes en el exterior.
No obstante, es de agradecer la escenificación de esos shows bajo la supuesta presidencia de Miguel Díaz-Canel. El mundo va conociendo de primera mano la intolerante naturaleza del régimen –cualquiera que sea el rostro de su “presidente”- tantas veces denunciada por los cubanos.
Información de Fundación para los Derechos Humanos en Cuba
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