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J Balvin, “el niño de Medellín”, y la absurda presión para que los artistas hablen de política

El cantante de reggaeton J Balvin, también conocido como “el niño de Medellín”, recientemente sacó un documental con el mismo nombre en Amazon, en este documental se puede ver la cotidianidad del cantante en su ciudad natal, conocer un poco de sus amistades, sus preocupaciones y su pasado, pero sobre todo las presiones que vivió […]

Por Allan Brito
J Balvin, “el niño de Medellín”, y la absurda presión para que los artistas hablen de política
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El cantante de reggaeton J Balvin, también conocido como “el niño de Medellín”, recientemente sacó un documental con el mismo nombre en Amazon, en este documental se puede ver la cotidianidad del cantante en su ciudad natal, conocer un poco de sus amistades, sus preocupaciones y su pasado, pero sobre todo las presiones que vivió por parte de un segmento de su público para que fijara posición frente al paro.

Colombia en el presente afronta un llamado paro nacional, una serie de protestas en contra del Gobierno de Iván Duque que han venido tomando fuerza en el 2021 por la propuesta de una impopular reforma tributaria, pero que datan desde el mismo 2018, cuando el rival del presidente Duque, el senador de izquierdas Gustavo Petro proclamó que se iban a tomar las calles constantemente con protestas contra un gobierno que a sus ojos es ilegítimo.

La fecha de grabación del documental ocurre en el 2019 en el mes de noviembre, mientras J Balvin planea su gran concierto en el estadio Atanasio Girardot (la arena más grande para eventos públicos de la ciudad de Medellín), el país estalla en una ola de protestas que se vio magnificada por violentos choques entre manifestantes y la policía colombiana.

Durante casi todo el documental se puede ver a J Balvin y su equipo contemplando con asombro y preocupación cómo escalaban las protestas en el país, y en consecuencia la presión que recibía Balvin para que se manifestara al respecto. A lo largo del documental se puede ver cómo en su cuenta de Instagram abundan las presiones e insultos tildando de indiferente “al niño de Medellín” por no mostrar apoyo a las protestas en Colombia e ignorar los jóvenes que fueron quienes lo subieron a donde hoy está.

 

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El niño de Medellín y la juventud en Colombia

Aunque en las protestas han participado distintos sindicatos de trabajadores del Estado, maestros, agrupaciones indígenas, y otros colectivos, el protagonismo de estas marchas se la han llevado los jóvenes, quienes son los que terminan apoderándose de la protestas tras unos días de paro continuo.

Por su lado, J Balvin es sin lugar a dudas la figura de Medellín que más atención internacional ha adquirido, después del nefasto Pablo Escobar. Los jóvenes en la ciudad vieron con orgullo cómo alguien a través de la música llevaba un poco de lo que ellos consideran un ritmo que se ha vuelto tan autóctono para los colombianos como al resto del mundo, llevando consigo una imagen positiva y llena de esperanzas de un país que en otros tiempos solo salía en los titulares internacionales por su cruente violencia y guerra contra el narcotráfico.

En el contexto del paro, es natural que los jóvenes busquen apoyo en las figuras que admiran como J Balvin, es gratificante para un joven ver que un artistas que admira tenga simpatía por su causa y por su protestas.

Sin embargo, J Balvin llega a mucha más gente que meramente los marchantes en Colombia, pues J Balvin no es un símbolo político, sino artístico. Sería ingenuo pensar que el paro nacional es apoyado universalmente por todos los colombianos y de hecho muchos, jóvenes incluidos, no están de acuerdo con los movimientos políticos que se fortalecen de estas marchas, que así quieran vender la idea de que “el paro es de todos”, el paro es fundamentalmente de la izquierda colombiana y grupos afines a ésta.

Ante las protestas en Colombia muchos artistas se apresuraron a dar su apoyo al paro nacional, ya sea porque legítimamente creen en él, o por evitar la presión de sus fans y del público en general, sin embargo J Balvin permaneció callado.

No tardaron en llegar las olas de insultos y calificativos de “indiferente” en el mejor de los casos, al niño de Medellín, e incluso se habló de intentar sabotear el concierto del artista si no mostraba solidaridad con el Paro nacional.

J Balvin, cuyo nombre real es José Álvaro Osorio, prefirió dejar su mensaje para después. En una entrevista José Álvaro Osorio explicó que por su estatus de figura pública tenía que ser muy responsable con cualquier palabra que dijera sobre el paro, pues así como podría generar apoyo en una parte de sus fans que se encuentran en las protestas, podría generar resentimiento en la otra parte que no las apoya.

El mensaje de J Balvin al presidente y la Juventud

El sábado 30 de Noviembre de 2019, el niño de Medellín dio su mensaje en tarima, en medio del clamor de sus fans. Balvin gritó al presidente Duque que escuchara a la juventud y llamó al fin de la violencia en el país “por culpa de la puta intolerancia”. Un mensaje válido y sin una carga política, pero que sin embargo recayó en el cliché de intentar complacer a todos.

A pesar del mensaje de J Balvin que intentó ser unificador en un país tan polarizado, el documental me dejó un sin sabor, pues siento que se deshumanizó a José Álvaro Osorio por volver a J Balvin un símbolo político que realmente no es.

 

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Una reflexión sobre el niño de Medellín y la política

Francamente, encuentro más responsabilidad en la supuesta indiferencia de J Balvin con el paro, que en el activismo político de artistas como Residente, pues al menos el primero tiene la humildad de admitir que poco entiende de cómo cambiar la situación del país; mientras que el segundo usa sus redes para lanzar arengas incendiarias y poco hace aparte de eso, con una mera repetición del discurso victimista que ya todos hemos escuchado sin propuestas realmente constructivas.

La música y el arte son unos regalos, que naturalmente no pueden estar exentos de las expresiones culturales y políticas de una sociedad, sin embargo, debemos comprender que estas son una pequeña pieza como parte del cambio y que los músicos y artistas no necesariamente están obligados a pensar como nosotros o apoyar las causas que apoyamos. Esta es la opinión de Juan Felipe Vélez.

 

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