Florida

Empezó el miedo de la pequeña y mediana empresa de Miami-Dade por la prolongación del cese laboral por el coronavirus

El creciente brote de la pandemia del coronavirus ha llevado a muchos países a tomar acciones radicales para evitar que se expanda el contagio. Redacción MiamiDiario En el caso de Estados Unidos, desde hace días está decretado el estado de emergencia. En los distintos estados se ha prohibido eventos públicos y la conglomeración de personas. […]

Por Allan Brito
Empezó el miedo de la pequeña y mediana empresa de Miami-Dade por la prolongación del cese laboral por el coronavirus
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El creciente brote de la pandemia del coronavirus ha llevado a muchos países a tomar acciones radicales para evitar que se expanda el contagio.

Redacción MiamiDiario

En el caso de Estados Unidos, desde hace días está decretado el estado de emergencia. En los distintos estados se ha prohibido eventos públicos y la conglomeración de personas.

Esto ha llevado a que muchos bares, restaurantes y otros comercios tengan que cerrar sus puertas por ordenanzas gubernamentales, ya que es una medida preventiva para frenar al Covid-19.

En ese sentido, el Diario Las Américas realizó un trabajo en el condado de Miami-Dade, en Florida, donde deja ver la otra realidad, lo afectados que pueden terminar miles de personas que, de alguna u otra manera, tienen que ver con el cierre de estos lugares en lo que describen ellos como “una de las actividades económicas más importantes del sur de la Florida:

Jennifer, mesera de un restaurante de Collins Avenue, explicó a DIARIO LAS AMÉRICAS que le parece estar viviendo una película de terror. “Primero la gente dejó de asistir, al preferir cocinar en sus casas para evitar el contagio. Y ahora, con un cierre de estas magnitudes, nos afectamos todos”.

Jennifer es madre soltera y en el momento de la entrevista estaba con su hijo porque “su jardín de infancia estaba cerrado. No tengo con quién dejarlo y no puedo estar sin trabajar”, sostuvo.

Martha Liliana, quien lleva dos años como camarera, nunca ha visto algo parecido. “Estamos al lado de la playa, hemos enfrentado ciclones, huracanes, hemos tenido que cerrar algunos días. Pero esto es la primera vez que lo experimentamos”, señaló.

“Todo es aparentemente tranquilo, hay sol, buen tiempo y sin embargo, el virus está presente”, destacó.

Según Liliana, que es madre de un adolescente de 16 años, “cuando sufrimos los huracanes se activan las ayudas de FEMA (Agencia Federal Para le Manejo de Emergencia). Sin embargo, hasta ahora, no han dicho nada al respecto”.

La cafetería familiar donde trabaja Luz María Cano en Miami Beach, con su hija y un par de empleados, también tendrá que cerrar. “Hoy casualmente le había dicho a los camareros que no vinieran porque las ventas están por el suelo. Por ello me he quedado atendiendo esto prácticamente sola”, explicó.

Para Cano, el problema del cierre es que “el alquiler de la vivienda hay que pagarlo, las deudas con el banco continúan. Si el Gobierno tomara la decisión de ayudarnos sería loable”.

“Ya la facturación era muy baja desde que comenzó el brote”, explicó. “En este mes no hemos hecho ni para pagar la renta, ni a los trabajadores. Hoy mismo solo han entrado tres o cuatro clientes”.

Es que la familia Cano paga 3.700 dólares al mes de renta por el local, además de los salarios de sus empleados. “Para nosotros esto de cerrar significa la ruina”, afirmó.

Por otra parte, el restaurante donde trabaja Caridad Brito, como cocinera y camarera, estaba lleno de clientes. No obstante, Brito reconoce que han bajado un tercio desde que comenzó el brote.

“Nosotros seguiremos cocinando para hacer comida para llevar. Todavía no tenemos claro si los choferes de Uber podrán entrar o los atenderemos a través de la puerta”, dijo.

Hay otros muchos tipos de negocios que también están afectados con la pandemia. La estilista Caridad Rivero se quejó de que le han recortado el horario laboral. Y comprende la medida, “porque hoy solo han entrado tres clientes al local”.

“Sí, nos han dicho que vamos a cerrar, pero nadie nos explica qué será de nosotros”, resaltó.

El local que está al lado de la peluquería es una oficina de bienes raíces. Para Elmer Enrique Olaya, agente inmobiliario, el negocio está prácticamente congelado.

“Muchos clientes que tenían presupuestado cambiar de casa han cancelado”, declaró.

“Todo está en un compás de espera, ni compradores ni vendedores quieren moverse. Nadie quiere tomar ninguna decisión”, concluyó.

Entretanto, los gobiernos condales y municipales apelan a las autoridades estatales y federales para obtener fondos especiales que paleen las pérdidas de pequeños negocios y sus empleados.

Nota de Diario Las Américas

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