Florida, Sucesos

Empresarios colombianos irían a juicio por la estafa del lujoso proyecto Quarzo Bal Harbour en Miami

Carlos Mahecha y su esposa, Anastasia Casas, estuvieron siempre bien posicionados en la sociedad bogotana. Ahora podrían ir a juicio por los malos manejos que le habrían dado al proyecto Quarzo Bal Harbour, que prometía ser un exclusivo hotel en el sector más opulento de Miami. Por Redacción Miami Diario Hace diez años, esta era […]

Por Allan Brito
Empresarios colombianos irían a juicio por la estafa del lujoso proyecto Quarzo Bal Harbour en Miami
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Carlos Mahecha y su esposa, Anastasia Casas, estuvieron siempre bien posicionados en la sociedad bogotana. Ahora podrían ir a juicio por los malos manejos que le habrían dado al proyecto Quarzo Bal Harbour, que prometía ser un exclusivo hotel en el sector más opulento de Miami.

Por Redacción Miami Diario

Hace diez años, esta era una iniciativa inmobiliaria (ubicada en el distrito más lujoso de Miami) apetecida por la élite colombiana, al punto que uno de los inversionistas fue Guillermo Santos, primo hermano del expresidente Juan Manuel Santos. Ahora, Quarzo Bal Harbour representa un enorme lío judicial. Dillworth y el bufete que lo apoyó se sumergieron en los datos de tres sociedades (Bal Harbour Quarzo LLC, Synergy Capital Group LLC y Synergy Investments Group LLC), para encontrar que Mahecha y su familia habrían actuado de manera irresponsable con los fondos de cientos de inversionistas que creyeron en su hotel boutique.

En 2018, la Corte de Quiebras del Distrito Sur de Florida le encargó una tarea al abogado Drew Dillworth: establecer si los colombianos Carlos Mahecha Díaz; su esposa, Anastasia Casas Matiz, y sus hijos Felipe y Camilo Mahecha Casas, prestantes miembros de la sociedad bogotana, dieron o no malos manejos a los US$45 millones que recibieron para capitalizar su proyecto de renovar el hotel Quarzo Bal Harbour. Y la respuesta, según Dillworth, es que sí. En un documento de 115 páginas, radicado el pasado 14 de febrero y elaborado con el apoyo de una firma especializada en negocios, Dillworth pidió a la Corte que los Mahecha Casas vayan a juicio por 18 cargos.

Este surgió en 2007, cuando los Mahecha Casas y su socio Juan Arcila, todos a cargo de las sociedades intervenidas, compraron dos edificios y unidades de un pequeño hotel, con el propósito de convertirlo en un solo y exclusivo hotel boutique. La inversión inicial fue de US$22 millones, de los cuales US$15 millones salieron del Amerant Bank, y el resto de los inversionistas, cuyo dinero ingresó a las cuentas de la empresa bajo la figura de préstamo. Fueron más de 160. Bal Harbour Quarzo LLC se declaró en bancarrota en febrero de 2018, pero debió haberlo hecho mucho antes, concluyó Dillworth. Hoy, las pretensiones de los procesos en EE. UU. son por más de US$60 millones.

En el documento se lee que Anastasia Casas Matiz hace parte de una familia adinerada y prominente en Colombia, y que ella usó esa referencia para convencer a gente de que su dinero iba a estar en buenas manos. El proyecto ofreció rendimientos anuales del 10 % al 18 %. Casas y su esposo, quien también estaba bien ubicado social y económicamente en el país (integró, por ejemplo, la junta directiva de una de las mejores clínicas de Bogotá hasta el 2019), convencieron incluso a personas cercanas. La propia Anastasia Casas puso de su dinero. Y ese fue el talón de Aquiles del negocio, según lo evidenció un correo de marzo de 2017.

El autor del mensaje era su hijo Felipe y los destinatarios, el asesor legal de la empresa y un especialista en asuntos de bancarrota. El documento no dice cuánto, pero sí que los Mahecha Casas aportaron recursos a través de dos compañías: Imac Inversiones (colombiana) y Dmac (panameña). En Panamá, los Mahecha Casas también tienen las sociedades Imac Investments Inc., Inversiones Terra Capital Group e Inversiones Carelmah S.A. Los negocios, en resumen, hacían parte de su cotidianidad, hasta que se estrellaron con Quarzo Bal Harbour. Felipe Mahecha Casas preguntó a los asesores si, al declararse en quiebra, había “algún chance” de recuperar la inversión de su madre. La respuesta fue tajante: no.

Por esa época las deudas ya los sofocaban, pues Quarzo Bal Harbour no había rendido los frutos esperados y algunos inversionistas habían empezado a tomar acciones legales, por lo que declararse en quiebra era una opción. Hacerlo, asegura el abogado Drew Dillworth hoy, les habría dado oxígeno y la oportunidad de vender la propiedad al mejor valor. Pero los Mahecha Casas se negaron hasta el último minuto a recorrer este camino. Por eso, Dillworth señaló a la Corte de Quiebras del Distrito Sur de Florida que ellos fueron desleales con los intereses de la empresa y que tenían tanto un deber fiduciario como de lealtad que infringieron al dar prioridad a sus intereses personales.

Los Mahecha Casas habrían recurrido a más de una estrategia para esquivar embargos. Entre esas, transferir plata de las cuentas corporativas a otras y así lo reveló Juan Arcila, socio de Mahecha, en 2018 durante un interrogatorio. Le preguntaron si en alguna oportunidad él o Carlos Elías Mahecha Díaz se preocuparon porque los recursos legales de los inversionistas terminaran en un embargo de sus cuentas bancarias, a lo que respondió “cien por ciento”. Le preguntaron si se sacó dinero de las cuentas de la compañía para que no fuera confiscado, Arcila dijo: “Sí”. Le preguntaron si el propósito era retrasar el esfuerzo de los acreedores por recuperar su dinero, él contestó: “Correcto”.

El punto de quiebre para el proyecto Quarzo Bal Harbour se dio en febrero de 2017, cuando el inversionista Fabio Posada Velásquez, exdecano de la Facultad de Ciencias Económicas y Administrativas de la Universidad El Bosque, consiguió un embargo y que se reconociera que Mahecha y compañía le debían US$455.338. El embargo aplicaba a una propiedad personal (no dice de quién), y la empresa alegó que ese bien era de Synergy Capital, también manejada por Mahecha Díaz. Se fingió una compraventa para respaldar lo dicho, pero de nada sirvió y Posada Velásquez logró que la propiedad quedara bajo la figura de sheriff’s sale, una especie de remate en la cual el dinero recogido se usa para liquidar las acreencias.

Para evitar perder el bien, Bal Harbour Quarzo LLC se sentó a negociar con el exdecano Posada. Su verdadera intención, se lee en el documento, era ganar tiempo para resolver otra demanda y tratar de llegar a un acuerdo con una firma prestamista llamada Madison Realty Capital, el cual se diluyó por las obligaciones con acreedores. Al darse cuenta de que, de todas maneras, tenían que responderle a Posada, los Mahecha Casas resultaron en negociaciones con Beach Haus y, desde ahí, todo rodó cuesta abajo. Beach Haus les prestó US$1 millón para resolver el lío con el exdecano, y si el dinero más intereses no volvía en noventa días, ellos podrían ejercer opción de compra.

Los Mahecha Casas habrían recurrido a más de una estrategia para esquivar embargos. Entre esas, transferir plata de las cuentas corporativas a otras y así lo reveló Juan Arcila, socio de Mahecha, en 2018 durante un interrogatorio. Le preguntaron si en alguna oportunidad él o Carlos Elías Mahecha Díaz se preocuparon porque los recursos legales de los inversionistas terminaran en un embargo de sus cuentas bancarias, a lo que respondió “cien por ciento”. Le preguntaron si se sacó dinero de las cuentas de la compañía para que no fuera confiscado, Arcila dijo: “Sí”. Le preguntaron si el propósito era retrasar el esfuerzo de los acreedores por recuperar su dinero, él contestó: “Correcto”.

El punto de quiebre para el proyecto Quarzo Bal Harbour se dio en febrero de 2017, cuando el inversionista Fabio Posada Velásquez, exdecano de la Facultad de Ciencias Económicas y Administrativas de la Universidad El Bosque, consiguió un embargo y que se reconociera que Mahecha y compañía le debían US$455.338. El embargo aplicaba a una propiedad personal (no dice de quién), y la empresa alegó que ese bien era de Synergy Capital, también manejada por Mahecha Díaz. Se fingió una compraventa para respaldar lo dicho, pero de nada sirvió y Posada Velásquez logró que la propiedad quedara bajo la figura de sheriff’s sale, una especie de remate en la cual el dinero recogido se usa para liquidar las acreencias.

Para evitar perder el bien, Bal Harbour Quarzo LLC se sentó a negociar con el exdecano Posada. Su verdadera intención, se lee en el documento, era ganar tiempo para resolver otra demanda y tratar de llegar a un acuerdo con una firma prestamista llamada Madison Realty Capital, el cual se diluyó por las obligaciones con acreedores. Al darse cuenta de que, de todas maneras, tenían que responderle a Posada, los Mahecha Casas resultaron en negociaciones con Beach Haus y, desde ahí, todo rodó cuesta abajo. Beach Haus les prestó US$1 millón para resolver el lío con el exdecano, y si el dinero más intereses no volvía en noventa días, ellos podrían ejercer opción de compra.

Fuente: El Espectador

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