En Florida, un hombre fue condenado por financiar red de tráfico sexual infantil en Filipinas. Algunas de las víctimas tenían 12 y 13 años de edad, eran muy vulnerables porque eran pobres y estaban enfermos.
El hombre se llama Christopher John Streeter (63 años) y fue condenado a cadena perpetua en Florida. Se le encontró culpable por financiar la producción de pornografía con menores de edad pobres y enfermos en Filipinas.
Muchas de las imágenes que produjo el sexagenario eran de abuso sexual, informó el Departamento de Justicia, indicó el portal adncuba
Streeter pago los costos de producción, habitaciones de hotel y transporte, además de una comisión.
La sentencia
La juez federal de Tampa, Virginia Hernández, lo sentenció a cadena perpetua por tráfico sexual de un niño de 14 años. Este hombre ya se había declarado culpable el 15 de octubre de 2020.
Desde Estados Unidos, Streeter financió y patrocinó una red de tráfico sexual de niños en Filipinas para usarlos en pornografía infantil, así lo determinó una investigación conjunta de autoridades locales de la Bahía de Tampa, en la costa oeste de Florida, y Manila.
Los terribles hechos
Desde septiembre de 2018 hasta junio de 2019, Streeter participó directamente en un plan que explotaba sexualmente a niños en Filipinas con el fin de producir videos de abuso sexual infantil para su consumo, describieron documentos judiciales.
“Streeter se comunicó y realizó transacciones con cómplices en Filipinas para reclutar a los menores para participar en actos sexuales delante de la cámara”, detalló el comunicado.
Buscaban a infantes pobres y enfermos para el tráfico sexual de menores.
Streeter pagó todo a los reclutadores en Filipinas los costos de producción, habitaciones de hotel y transporte, además de una comisión.
Negoció y pagó sumas adicionales por videos e imágenes que mostraban a niñas perdiendo su virginidad y siendo víctimas de otras formas de violencia sexual, así como también de niñas en riesgo de embarazo.
El pago adicional incluía píldoras anticonceptivas de emergencia y, ocasionalmente, abortos.
Una de las víctimas de abuso sexual fue una niña de 12 años de Ozamis, Filipinas.
El dinero cubría los costos de producción, el abusador masculino, el dinero para la víctima y los gastos de hotel.
“Este individuo moralmente corrupto pensó que podía eludir la justicia debido a las fronteras internacionales”, dijo en un comunicado Micah C. McCombs, agente de la oficina de Investigaciones de Seguridad Nacional (HSI, en inglés) en Tampa.
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