Opinión, Política

FHRC: El coronavirus en Cuba y la política del silencio

En Cuba el mayor peligro del coronavirus es la política de silencio epidemiológico La semana pasada la CNN reportó la muerte del doctor Li Wenliang. Este médico chino, que intentó advertir al público sobre el coronavirus de Wuhan, murió presa de la enfermedad. Por Rolando Cartaya/FHRC El despacho precisa que Li alertó a sus colegas sobre […]

Por Allan Brito
FHRC: El coronavirus en Cuba y la política del silencio
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En Cuba el mayor peligro del coronavirus es la política de silencio epidemiológico

La semana pasada la CNN reportó la muerte del doctor Li Wenliang. Este médico chino, que intentó advertir al público sobre el coronavirus de Wuhan, murió presa de la enfermedad.

Por Rolando Cartaya/FHRC

El despacho precisa que Li alertó a sus colegas sobre la presencia del virus en diciembre, pero la policía de Wuhan lo acusó de propalar rumores después de que sus mensajes fueran publicados en las redes sociales. Dos meses después de su aviso, el virus supera en China los 30.000 casos y es motivo de una alerta internacional.

¿Hay coronavirus en Cuba?

También la semana pasada el doctor Francisco Durán, Director Nacional de Epidemiología de Cuba aseguró que en la isla “no tenemos ningún caso confirmado (de coronavirus) hasta este momento”.

La confiabilidad de esa afirmación es sin embargo cuestionable, porque Cuba comparte con China, como antes con la URSS que encubrió la magnitud del desastre de Chernobyl, una política de secretismo en torno a eventos y epidemias que, en el caso cubano pudieran afectar la imagen que se vende de potencia médica y los ingresos derivados del turismo. Aplicarla incluye medidas represivas contra quienes la rompen. El historial es largo.

Cuba silenció la aparición del SIDA en la isla, importado por soldados cubanos que combatieron en Africa y lo contrajeron por relaciones heterosexuales o donaciones de sangre locales, hasta que en 1986 atribuyó el primer caso a un homosexual cubano que se dijo lo contrajo en Nueva York.

En 1993 el viceministro cubano de Salud encargado de Higiene y Epidemiología, Héctor Terry, fue destituido después de reconocer que la epidemia de neuritis óptica que afectó a más de 30.000 cubanos durante la crisis económica postsoviética se debió a “deficiencias carenciales” en la alimentación.

En 1997 el médico cubano Desi Mendoza reportó hasta 10.000 casos de dengue en Santiago de Cuba y fue condenado a ocho años de prisión por Propaganda Enemiga.

En 2009 reporteros de la acosada prensa independiente demostraron que la fiebre porcina H1N1 también estaba matando a cubanos, especialmente a mujeres embarazadas, y no solo a mexicanos y norteamericanos como mostraba la televisión estatal.

En junio de 2012 también una agencia independiente, Hablemos Press, destruyó el muro de silencio oficial en torno a un brote de cólera en Manzanillo, provincia Granma. El cólera se propagó a todo el país, pero el gobierno solo lo reconoció aplicando el vago término de “enfermedades diarreicas agudas”.

Ese mismo año hubo que habilitar escuelas para albergar a más de 3.000 enfermos de dengue en la ciudad de Camagüey, y al menos una joven de 35 años murió en el hospital provincial “Amalia Simoni”. Sin embargo los medios oficiales solo pedían ayuda para eliminar el mosquito transmisor, sin mencionar para nada la presencia de la enfermedad. Cuba no envió estadísticas de dengue del 2012 a la Organización Panamericana de la Salud.

En 2013, un Profesor Titular de la Escuela Nacional de Salud Pública, el doctor Luis Suárez Rosas, escribió en un crítico ensayo: “La existencia o no de una cantidad de casos de una enfermedad es uno de los aspectos y cuestiones de la salud pública susceptibles de una particular y específica consideración ética que requiere una transparencia informativa responsable y veraz que llegue a individuos y colectividades sin mutilar, ocultar o secuestrar información. En numerosas ocasiones esto se convierte en una cuestión de vida o muerte”.

Por estos días Radio Televisión Martí informó, citando investigaciones de científicos estadounidenses, que en 2017 la incidencia de zika en Cuba tiene que haber alcanzado los 5.500 casos, pero La Habana reportó solo 1.300 que ni siquiera fueron reportados oportunamente por la Organización Panamericana de la Salud alegando “un fallo técnico”. Las autoridades de salud de EE.UU. no pudieron informar debidamente ese año sobre el peligro de viajar a Cuba y contraer zika, una enfermedad que causa malformaciones congénitas a los fetos de mujeres gestantes.

«Una sociedad sana no debe hablar con una sola voz». Dr. Li Wenliang

Las personas pueden morir pero hay que mantener vivo el turismo

Cuba reportó en 2019 4,3 millones de turistas. Considerando el historial de secretismo epidemiológico que acumula el gobierno cubano, ahora los viajeros tienen otro peligro de qué preocuparse. Poco antes de que las autoridades de salud afirmaran que no hay ningún caso de coronavirus en Cuba, un funcionario del turismo declaraba a la agencia china Xinhua que existe “un programa conjunto entre los ministerios de Turismo de Cuba y China para fomentar el turismo” chino a la isla.

“Sabemos que tiene mucho potencial, así que pronto se hará notable la llegada de visitantes chinos aquí”, declaró el funcionario.

 

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