Opinión, Política

Pedro Corzo: Salvador Lew, un caballero honrado

Esta semana partió hacia el infinito uno de los cubanos mas caballeroso que he conocido y un excelente amigo. Día a día se van compatriotas que honran nuestro gentilicio al máximo, pero Salvador, para mí, es una excepción porque junto a su cubanía ejemplar y su compromiso con la democracia, hay que agregar que era […]

Por Allan Brito
Pedro Corzo: Salvador Lew, un caballero honrado
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Esta semana partió hacia el infinito uno de los cubanos mas caballeroso que he conocido y un excelente amigo. Día a día se van compatriotas que honran nuestro gentilicio al máximo, pero Salvador, para mí, es una excepción porque junto a su cubanía ejemplar y su compromiso con la democracia, hay que agregar que era un caballero como de los que hace mucho tiempo están en falta.

Por Pedro Corzo

Siempre insistía en que había que ser gentil y respetuoso, él lo fue invariablemente en nuestros muchos años de amistad, aun en los momentos en los que no estábamos de acuerdo.

Salvador como un caballero de estirpe, siempre estaba presto a  ayudar a quien le requiriera colaboración. Por demás, era particularmente generoso. Él tenía poco y lo compartía aunque quedara sin nada.

Recuerdo los años noventa en que hacíamos la Peña Azul en radio La Poderosa y RHC Cadena Azul. Los dos enfrentábamos una situación económica bien difícil, pero Salvador, siempre tenía una atención para los empleados de ambas emisoras, también, hacia otras muchas personas en sus cumpleaños, Navidad o  en cualquier otra festividad.

Lo conocí a través de otros dos amigos de excelencia. Rogelio Cisneros y Orlando Bosch, ambos eran sus amigos y fueron los que me lo presentaron cuando llegue a residir a Miami y empecé a trabajar en La Poderosa,  gracias a la oportunidad que me dio Jorge Rodríguez.

Recuerdo que el primer trabajo radial que hicimos juntos fue Rumbo a la Democracia. El dirigía el programa y yo le asistía en lo que estaba a mi alcance, a través suyo conocí a personalidades de esta ciudad y del exilio en general. De todos me daba información precisa y veraz con el agregado de “Pedro, nadie es perfecto, el tiempo, siempre dice la última palabra de quien realmente somos”.

A las semanas de trabajar en Rumbo a la Democracia me dijo que me incorporara a la Peña Azul que hacia junto a la periodista Zasi Alfaro. Realmente en ese singular programa, según el periodista argentino Pedro Oilaborda, era el mejor programa de Miami porque en él se enterraba el hambre con trompetas de lujo, fue donde nuestra amistad creció y fortaleció.

La Peña Azul fue un programa notable por las características en que se realizaba. Se hacía por control remoto a la hora del almuerzo, por lo regular se almorzaba antes pero en muchas ocasiones los comensales junto a las opiniones que expresábamos hablábamos de lo suculento del almuerzo y hasta llegábamos a recomendar un plato.

Salvador era un demócrata auténtico. Invitaba a los programas a cualquier persona, sin importar lo que pensara. El defendía con firmeza el concepto de que todos debemos tener espacios para expresar nuestras opiniones aunque la mayoría sea representativa de otra idea.

En ocasiones me pedía que  invitara a nuestros contertulios y yo le pedía al escritor José Antonio Albertini que nos acompañara, a él le gustaba mucho los comentarios de Albertini y cuando deje la Peña para empezar otro trabajo de tiempo completo fue Albertini quien me sustituyó con la grandeza que le caracteriza, situación que nos hizo sentir muy orgulloso a los dos.

Recordar a Salvador Lew conduce a otro ciudadano con todo lo grande que ese calificativo enmarca, el doctor Rolando Espinoza, un pedagogo, un hombre libre que también partió a la eternidad en esta ciudad.

Del amigo que partió se podría escribir mucho más pero es necesario que evoquemos sus meritos en la lucha por la democracia en Cuba. Su enfrentamiento al régimen de Fulgencio Batista lo llevó al exilio, al triunfo de la revolución se le presentaron muchas oportunidades pero las desechó todas porque percibió que se avecinaban para el país los peores tiempos de su historia.

De nuevo se exilio y en Estados Unidos trabajó arduamente para denunciar los crímenes del castrismo y fue el primero en revelar la presencia de tropas soviéticas en Cuba y la instalación de misiles con capacidad nuclear en la Isla. Salvador manejó con acierto y mucho decoro las tentaciones del poder, no se dejo cautivar por la riqueza, siempre fue un caballero y un hombre honrado. 

Periodista
(305) 498-1714

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