Este relato budista nos hará reflexionar sobre lo que verdaderamente importa en la vida
Por Redacción Miami Diario
Había una vez, en la antigua India, un joven que, cansado de la sociedad, decidió escaparse del mundo secular y se convirtió en monje por fastidio.
Sin embargo, aunque estaba físicamente en el templo, su corazón aún albergaba muchos deseos y ansias de comodidad. Todavía era una persona común en su comportamiento y en su reino espiritual.
En ese tiempo, en el Reino Kushinara, vivía un maestro budista llamado Upagupta. El joven monje lo admiraba y fue a visitarlo.
Upagupta le preguntó si estaba dispuesto a obedecer y a hacer todo lo que él le pidiera para elevarse a otro reino espiritual. El joven accedió. Entonces el sabio lo llevó a las montañas y le enseñó a meditar.
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Con sus capacidades sobrenaturales creó un árbol alto y le pidió que se subiera. Cuando el monje miró hacia abajo desde la cima del árbol, vio un pozo extremadamente profundo y ancho.
El maestro le pidió primero que suelte sus piernas. Luego le ordenó que suelte una mano. Cuando le pidió que suelte la otra, el joven monje se asustó y dijo: “Si la suelto, caeré en el pozo y moriré.”
El maestro insistió.
El monje intentó no pensar en nada y soltó su mano. Rápidamente cayó y ¡boom!, cuando abrió sus ojos, no vio rastros del pozo ni del árbol, era toda una ilusión.
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