Venezuela

¿Qué pasará ahora que terminó el Venezuela Aid Live?

Con apenas unos cientos metros de distancia, opositores y seguidores del régimen de Nicolás Maduro libran este viernes una inédita y sonora batalla a punta de conciertos. El recital ‘Venezuela Aid Live’, organizado por los primeros y el ‘Hands off Venezuela’, montado, también a las carreras, por los segundos. En la mitad está el puente […]

Por Allan Brito
¿Qué pasará ahora que terminó el Venezuela Aid Live?
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Con apenas unos cientos metros de distancia, opositores y seguidores del régimen de Nicolás Maduro libran este viernes una inédita y sonora batalla a punta de conciertos. El recital Venezuela Aid Live’, organizado por los primeros y el ‘Hands off Venezuela’, montado, también a las carreras, por los segundos.

En la mitad está el puente de Tienditas, un hermoso diminutivo, de 280 metros de largo y que por ahora muestra una imagen desoladora: un par de contenedores, carro tanques y una malla oxidada atravesados para impedir el paso.

La estructura de concreto, terminada en 2016 y en el que la temperatura, en ocasiones alcanza en el asfalto 40 grados, de cualquier manera no se ha inaugurado por la crisis. Así que mientras el eco de las canciones suena a lado y lado, seguirá sin cumplir su función vital que es la de vía de comunicación.

Esa imagen refleja la dificultad que tendrán aquellos que dicen estar motivados genuinamente por ayudar a los venezolanos que padecen dificultades para conseguir un plato de comida. Se baja el telón y de ahí en adelante ¿qué?, ¿cómo ingresar la ayuda humanitaria?

La respuesta a estos interrogantes son clave para entender el trasfondo de lo que este viernes ocurre en este pulso. El joven presidente interino, Juan Guaidó, fijó este 23 de febrero como el día ‘D’ para ingresar lo recogido. “La ayuda humanitaria va a entrar sí o sí a Venezuela, porque el usurpador va a tener que irse, sí o sí de Venezuela. No es la primera vez que Venezuela se va a librar de un tirano, no es la primera vez, esperemos sí que sea la última”, insiste.

Pero, si se trata de ayuda humanitaria, ¿por qué Maduro no la deja pasar? Por dos razones: en primer lugar, porque hacerlo sería aceptar el fracaso de su sistema político y económico y, por otra, porque él no ve a unos artistas regalando felicidad con sus temas musicales sino el caballo de Troya en el que se camufla una invasión militar ordenada por Washington con la colaboración de Colombia.

La ayuda humanitaria va a entrar sí o sí a Venezuela, porque el usurpador va a tener que irse, sí o sí de Venezuela. No es la primera vez que Venezuela se va a librar de un tirano”: Guaidó.

Para Guaidó, en cambio, la coincidencia del concierto con las horas siguientes a su propósito de entrar los alimentos y medicinas obedece a una imperiosa necesidad de evitar que sus compatriotas sigan padeciendo. Hay pacientes de cáncer, por ejemplo, que no tienen como conseguir una pastilla necesaria para su supervivencia; madres que no tienen leche para darles a sus hijos. Y, claro, Guaidó sabe que es una movida más en el camino a desalojar del poder al que llama “el usurpador”.

Pero, ¿será así de fácil? La respuesta es incierta. El analista Moisés Naim, uno de los venezolanos más estudiosos de la geopolítica actual, le dice a EL TIEMPO que ahora “continúa el difícil, esperanzador, frustrante, peligroso e indetenible proceso de pasar de una dictadura que mata venezolanos a una democracia que los salva”.

Sus palabras son esperanzadoras para quienes buscan una salida, pero no oculta el inquietante devenir. Al fin y al cabo, hay millones de civiles que anhelan un cambio, pero al frente tienen un aparato militar que además de las armas controlan con mano de hierro las posiciones claves en el funcionamiento del Estado.

Hay pacientes de cáncer, por ejemplo, que no tienen como conseguir una pastilla necesaria para su supervivencia; madres que no tienen leche para darles a sus hijos.

“Desde ayer (jueves) percibimos algunas confrontaciones entre los opositores intentando llegar a la frontera y elementos de la Guardia Nacional tratando de impedirlos, lejos de la cámaras internacionales que están en general enfocadas en el concierto en Cúcuta. Podría presagiar un conflicto más prolongado, a costo no solo de los venezolanos sino de los países vecinos”, dice Patricia Garip, editora regional de Argus Media, un medio especializado en commodities con sede en Londres.

Para ella, si la ayuda se ingresa habrá entonces una dificultad adicional, ¿cómo distribuirla? “No queda sino unas semanas de combustible en Venezuela, como mucho, tanto de gasolina para el transporte como el diésel para el transporte pesado y la generación eléctrica”.

Es decir, que más allá del sonoro eco de maravillosas canciones, algunas inspiradas en el amor y la esperanza, el horizonte no se muestra despejado. Lo importante es que la comunidad internacional no deje de mirar a Venezuela ni olvidar que son millones de personas que hoy están padeciendo, y que no se trata de apenas un puente olvidado con unas chatarras atravesadas en el asfalto al que amenaza el óxido.

 

 

Fuente: El Tiempo

 

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