Hace unos años, en España se hablaba mucho sobre Venezuela, hasta en las cenas navideñas. Sobre todo en las cenas navideñas. Pareciera que la crisis económica, el desempleo, la precariedad laboral o la emigración masiva de jóvenes talentos fuesen asuntos menores. Las tertulias televisivas dedicaban programas al país caribeño. Venezuela interesaba, aunque fuera por razones de política interna.
Por DW
La cuestión venezolana polarizaba enormemente a la sociedad española, entonces marcada por la crisis de los partidos tradicionales y la irrupción del antisistema Podemos, acusado de recibir financiación ilegal del régimen de Nicolás Maduro. Todas las querellas contra la formación izquierdista acabaron fracasando, pero las simpatías de muchos de sus líderes hacia el chavismo siguen bien vivas en el imaginario político español. Venezuela sigue marcando los pasos del baile.
Todo apunta a que esto seguirá siendo así. Según las últimas informaciones, la actualidad española seguirá teniendo aromas del Caribe. En una entrevista con el diario derechista ABC, el presidente de la Asamblea Nacional venezolana, Juan Guaidó, dijo que España sería un lugar “ideal” para un refugio para funcionarios desertores del régimen de Maduro. España fue uno de los países que reconoció a Guaidó como presidente encargado. Días antes, el representante especial de Estados Unidos para Venezuela, Elliott Abrams, reveló que había mantenido “conversaciones” con autoridades españolas sobre esta posibilidad. ¿Una nueva vuelta de tuerca en la crisis venezolana?
El profesor Francisco Sánchez, de la Universidad de Salamanca, resalta la “normalidad” de esta alternativa. “Siempre que hay un conflicto, los países colaboradores suelen facilitar escenarios de salida”, dijo a DW. Entre dichos escenarios se encontraría la posibilidad de acoger a “personas que teman por su seguridad o integridad”. Y “nadie va a negar que en Venezuela hay un conflicto”, añade el subdirector del Instituto de Iberoamérica.
Son muchas las razones por las que la relación entre el continente europeo y América Latina suele pasar siempre por el filtro de Madrid. La lengua común y los lazos culturales son factores evidentes, pero más allá de eso, también la política y los vínculos demográficos convierten a España en la punta de lanza de la diplomacia europea en Latinoamérica. Le guste o no.
De esas conexiones humanas habla precisamente la caraqueña Carleth Morales, quien vive en España desde el año 2000. Desde allí preside Venezuelan Press, una asociación de periodistas venezolanos residentes -o exiliados- en el país.
“Lo que España está haciendo es servir de vía de escape física para personas que están buscando una salida”, señaló Morales a DW. Ella ha visto con sus propios ojos el crecimiento de la comunidad de venezolanos en España y el repunte más reciente de llegadas: “Lo que llegó en 2015 fue un boom”. La nacionalidad venezolana lleva dos años encabezando las estadísticas de solicitudes de asilo en territorio español. En 2018 iniciaron este procedimiento 19.280 personas con pasaporte venezolano, según Eurostat. Casi el doble que en 2017.
“Procedimientos extraordinarios” para una situación excepcional
Pero lo que plantea Guaidó es ir un paso más allá. Se trataría, pues, de “procedimientos extraordinarios, porque estamos asumiendo que son personas relevantes dentro del proceso y que pueden romper el equilibrio de fuerzas”, dice el profesor Sánchez. El académico descarta, por otra parte, las reticencias respecto a que Madrid estuviese adelantándose a una posición común en Bruselas: “¿Esto es saltarse la diplomacia europea o más bien tratar de facilitarla?”.
La periodista Morales valora muy positivamente el esfuerzo español, que aún tiene que concretarse. “Otra cosa es que, si España llega a recibir a determinadas personas, sobre todo a altos mandos militares o del Gobierno, luego pueda aquí ejercer acciones de justicia internacional, según cómo hayan sido las negociaciones de salida, sobre todo para aquellas personas que hayan cometido crímenes de lesa humanidad”. Pero apela a la “sensatez” de ofrecer esa salida: “Me da igual que sea España o Hong Kong. Pero que les ayuden a salir”.
En Madrid, mientras tanto, nadie suelta prenda. “España es en algunos aspectos un destino lógico para algunas personas del régimen”, dijo en una entrevista con el diario El País el representante especial de Estados Unidos para Venezuela, Elliott Abrams. DW se puso en contacto en varias ocasiones con el Ministerio de Exteriores español para trasladarle sus preguntas: ¿Qué opciones están realmente sobre la mesa? ¿Con quiénes se han negociado? ¿Cuentan con el visto bueno de Bruselas? La única respuesta de la institución, remitiéndose a las palabras públicas del ministro responsable de esa cartera, fue que la “petición genérica” de Washington “se estudiaría cuanso se supiera de qué, quiénes, cómo y cuándo se estaba hablando”.
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