Opinión

Eduardo Montalvo: Ojo por ojo

Cuando era un muchacho, el “bully” o acoso era algo normal y nadie se alarmaba por ello. Recuerdo que cuando ingresé al primer año de secundaria los estudiantes mayores recibían a los nuevos con un bautismo de burlas y de abusos, siendo uno de ellos darnos golpes en la cabeza con sus cuadernos. Por Eduardo […]

Por Allan Brito
Eduardo Montalvo: Ojo por ojo
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Cuando era un muchacho, el “bully” o acoso era algo normal y nadie se alarmaba por ello. Recuerdo que cuando ingresé al primer año de secundaria los estudiantes mayores recibían a los nuevos con un bautismo de burlas y de abusos, siendo uno de ellos darnos golpes en la cabeza con sus cuadernos.

Por Eduardo Montalvo

Durante el receso, ellos esperaban apostados a cada lado de una larga y estrecha rampa que conducía a la cantina con sus cuadernos listos para golpearnos. Muchos se resignaban a recibir su correspondiente lluvia de “cuadernazos”, otros corrían para recibir la menor cantidad de golpes, pero yo no aceptaba la idea de que alguien me golpeara. Así que, sin pensarlo mucho y armado de valor me decidí a bajar por la temible rampa.

Creo que mi determinación se reflejaba en mi rostro porque apenas comencé el recorrido sucedió lo imprevisto: Se hizo un silencio absoluto y nadie intentó tocarme. Yo seguí caminando hasta que a mitad del trayecto sentí un golpe en mi cabeza. Mi reacción fue inmediata, me voltee y lancé una seguidilla de golpes a mi atacante, quien cayó al suelo. Yo continué mi camino en medio de una inmensa algarabía habiendo recibido un solo cuadernazo, pero con mi orgullo intacto.

Resultó ser que el estudiante que fue blanco de mis puños era un bravucón que se jactaba de ser boxeador, y yo, sin proponérmelo, lo había puesto en su sitio. Así fue como me gané la admiración y respeto de todos los estudiantes y nunca más tuve que cuidarme de recibir “cuadernazos”.

Les cuento mi historia como ejemplo de lo que los ciudadanos decentes de este país tenemos que hacer con los “bullies” de la Izquierda. Estos bravucones demócratas, junto con agrupaciones como ANTIFA y BLM han tomado el país por asalto y si los ciudadanos de bien no actuamos se van a salir con la suya.

Ellos, al igual que el “boxeador” de mi historia, son unos cobardes que intentan amedrentarnos con sus bravuconerías para que nosotros no hagamos nada.

Yo les convido a unirnos para actuar en defensa de nuestros valores y de nuestra patria. Ya no se trata de salvaguardar el futuro de las próximas generaciones, se trata de nuestra sobrevivencia como personas y como civilización.

Los ataques de la Izquierda han dejado muy en claro que ellos ni buscan ni quieren conciliación, tampoco quieren arreglos de ninguna índole. Con ellos hay una sola alternativa… ¡la de ellos!

No podemos sentarnos a negociar con estos vándalos terroristas, ni podemos esperar que ellos entren en razón y desistan de sus irracionales reclamos y posturas. Quienes crean que van a poder tomarse de las manos con estos anarquistas y cantar al unísono un himno de paz y de amor son unos dementes desquiciados.

Los  llamados a la razón invocando la Ley y el Orden no sirven con estos demonios. Ellos se defecan sobre nuestra Constitución, nuestras leyes y nuestra religión. Ellos están poseídos por bajos instintos revanchistas y de destrucción; con ellos no hay razón que valga. Por eso, no podemos seguir recibiendo bofetadas y poniendo la otra mejilla, ¡al contrario! Tenemos que aplicar la Ley del Talión que supone una justicia retributiva con castigos equitativos y recíprocos con el crimen cometido. “Ojo por ojo y diente por diente”.

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