Destacado, Farándula

Los secretos revelados de Hugh Hefner, el creador de Playboy

Hace tres años murió a los 97 años el hombre que ha sido considerado un mito. Con una inversión inicial de 600 dólares y 27 años, Hugh Hefner fundó la revista Playboy. Nadie se imaginaba una revista con mujeres con poca ropa, una idea muy particular de lujo y fiestas interminables. Por Redacción Miami Diario Hefner solía […]

Por Allan Brito
Los secretos revelados de Hugh Hefner, el creador de Playboy
Facebook Twitter Whatsapp Telegram

Hace tres años murió a los 97 años el hombre que ha sido considerado un mito. Con una inversión inicial de 600 dólares y 27 años, Hugh Hefner fundó la revista Playboy. Nadie se imaginaba una revista con mujeres con poca ropa, una idea muy particular de lujo y fiestas interminables.

Por Redacción Miami Diario

Hefner solía decir: “El único problema con el sexo es que tendemos a tratarlo como algo vergonzoso, indecente y lleno de tabúes. Y esa es la dificultad principal, no el sexo en sí” y así creó su imperio.

Con el paso de los años, el propio Hef, como lo llamaban todos, se convirtió en parte de su maquinaria y se transformó en un mito. Rodeado de chicas en bikini, con tragos en la mano, en la pista de baile, en la cama redonda que montó en su mítica mansión de Chicago, su imagen se multiplicó y, al mismo ritmo, también proliferaron numerosos problemas.

Como toda gran fortaleza, a lo largo de su vida también debió enfrentar momentos difíciles, investigaciones de la DEA y el FBI, críticas por su modo de mostrar a las mujeres como objetos, denuncias por presunta “obscenidad”, vaivenes económicos y muertes cercanas que lo afectaron profundamente, según publicación de Infobae

Tal como contó el propio fundador de Playboy poco antes de morir en la serie documental El playboy americano: La historia de Hugh Hefner (se puede ver por Amazon Prime Video y en sus diez capítulos recorre minuciosamente cada paso de su vida y del imperio Playboy a lo largo de las décadas), Hef perteneció a una familia tradicional de la ciudad de Chicago en la que no estaba bien visto “expresar las emociones”.

Sin embargo, las revistas Esquire y el libro Comportamiento sexual del hombre del sexólogo Alfred Kinsey le empezaron abrir su camino cuando estaba en la Universidad de Illinois. Siguiendo los mandatos de la época, tal como cuenta en la serie, a los 22 años tuvo su debut sexual y en 1948 cuando su novia se graduó, le pidió matrimonio. Al poco tiempo, Millie le contó que había tenido un pequeño affaire con otra persona y Hefner se sintió herido.

“Yo estaba destrozado. Quizás es difícil imaginar al creador de Playboy así, pero en ese momento solamente había intimado con una mujer en mi vida, la mujer con la que me iba a casar”, relata en El playboy americano.

Mientras decidía qué hacer, Hefner se destacaba como editor de una revista universitaria llamada Shaft donde ya mostraba su talento, dibujaba viñetas calificadas como “atrevidas” y se animaba a escribir columnas.

Finalmente se casó con Millie y Hef al poco tiempo fue convocado para trabajar en la revista de su adolescencia, Esquire. Sin embargo, el trabajo no era lo que esperaba y en su puesto, más dedicado a cuestiones publicitarias, notaba que la publicación era más conservadora de lo que se había imaginado. En 1952 llegó la primera hija de la pareja, Christie, y Hefner decidió cambiar de trabajo, aunque no estaba del todo convencido de lo que hacía: iba de un puesto a otro en lugares que le parecían “aburridos”.

Tampoco encontraba en las publicaciones de la época nada cercano a sus intereses: las revistas masculinas ofrecían únicamente contenidos sobre caza, pesca y otros deportes. Entonces reunió a un grupo reducido de amigos en su departamento de Chicago y empezó a trazar la revista de sus sueños: quería “incorporar al sexo como algo común, algo natural” en el sumario, quería además que hubiera grandes entrevistas a figuras musicales, quería literatura (para el primer número de Playboy consigue los derechos para publicar textos de Arthur Conan Doyle).

Y sumó algo central: la imagen poderosa de la gran figura de ese momento, Marilyn Monroe, que posaba semi-desnuda, en unas fotos que le habían tomado antes de hacerse famosa y que el propio Hefner había comprado a su autor.

El nombre pensado era Stag Party (un concepto que se puede usar para definir una fiesta de hombres solos, “fiesta del ciervo”, e inclusive se utiliza como sinónimo de despedida de solteros), hasta que una semana antes de la salida a la venta recibieron una carta documento que indicaba que existía una publicación con esa denominación. Entonces apareció el nombre Playboy y el logotipo, que en el proyecto inicial era un ciervo, pasó a ser un conejo, creación del ilustrador Arv Miller.

La primera entrega fue todo un éxito y las ventas crecían a un ritmo acelerado en todo el país. El secreto de su éxito fue mostrar imágenes de mujeres jóvenes desnudas con temáticas consideradas como “peligrosas” en tiempos conservadores.

Estas mismas temáticas hicieron que el FBI abriera una contra Hefner y su gente por distribuir material “obsceno”, después de muchos interrogatorios, la investigación no avanzó mucho.

Con los años, Hefner llegó a tener el programa televisivo llamado Playboy’s Penthouse, toda una novedad para la época y por donde pasaron cantantes como Ella Fitzgerald y Nat King Cole, lo que provocó la censura de una gran cantidad de emisoras, en particular del sur de Estados Unidos, en tiempos de segregación racial y puritanismo.

“Nuestro programa mostraba a blancos y a negros, todos juntos, y las televisoras del sur se oponían”, relataría Hefner en su serie.

El trabajo, la fama lo llevó a alejarse de su familia y terminó divorciándose de Millie. A partir de entonces, comenzó una nueva etapa en la vida del creador de Playboy: él mismo empieza a verse como el gran mito, el soltero definitivo, el gran anfitrión del sueño americano. Para subrayarlo todavía más, se mudó a una mansión al norte de Chicago, con decenas de habitaciones, piletas subterráneas con cascadas, pasadizos ocultos, una sala de cine y una cama giratoria redonda en el cuarto principal.

Eso que nació como la residencia de un auténtico playboy dio pie a fiestas a las que iban las chicas del mes de la revista, que se mezclaban con los amigos de Hef y las personalidades que no se querían perder lo que pasaba en el lugar “más comentado de Chicago”. Él mismo se vinculaba con ellas y decía que ya no quería más ningún vínculo monogámico para su vida.

Ese estilo abrió más adelante otra unidad de negocios para el imperio Hefner: los clubes nocturnos que llegaron a darle ganancias millonarias. El primero lo abrió en 1960 en Chicago y luego se expandieron por todo el país.

Además del ambiente de fiesta, buena bebida y música en vivo, estos locales contaban con un atractivo extra para los lectores de la revista: la atención de las llamadas “conejitas”, chicas jóvenes con poca ropa, en tacos altos y con pompones y orejas que despertaban todo tipo de fantasías entre los concurrentes.

Pronto la controversia por usar a la mujer como objeto sexual también captaría la atención de los críticos y público en general, incluso las actividades fueron expuestas por la periodista y escritora Gloria Steinem, uno de los grandes emblemas feministas de los Estados Unidos.

Steinem trabajó como infiltrada en uno de los clubes nocturnos de Playboy en Nueva York y tiempo después relató lo que vivió en un notable artículo para la revista Show llamado A Bunny’s Tale (El cuento de una conejita) donde exponía la precariedad en la que trabajaban las chicas, los dolores después de estar largas horas de pie en tacos altos y con poca ropa, el acoso de los clientes a las jóvenes y los comentarios sexistas de los que eran víctimas noche tras noche.

Con su artículo quiso mostrar un mecanismo, que ponía a las mujeres como objeto en primera plana y no como profesionales en otros rubros dentro del sistema Playboy. “Los hombres no tienen que mostrar su cuerpo desnudo para servir comida”, detalló tiempo después Steinem en una entrevista.

La respuesta del playboy fue tratar de unirse a los grupos feministas que lo criticaban, puesto que temas como la revolución sexual, la píldora anticonceptiva y el aborto aparecían

con frecuencia en la revista porque él creía que tanto las feministas como Playboy estaban del mismo lado.

Sin embargo, a pesar de las controversias que seguían a la revista, incluyendo las supuestas vinculaciones con la red de narcotraficantes que trabajaban dentro de los club nocturnos, el negocio siguió creciendo.

Ahora es un gran imperio y uno de los iconos más comerciales de Estados Unidos.

Fuente: La Patilla

También te puede interesar:

Relacionados