Opinión, Vida saludable

Vida sin pan: Una vez que empiezas con insulina no hay vuelta atrás

Derrumbando MITOS La diabetes es resbaladiza, porque el aumento de la dosis de insulina a menudo conduce a un aumento de peso, presión arterial alta y colesterol elevado. Recuerde: la insulina es una hormona constructura  de  grasa así como  también estimula el apetito y produce  alteraciones en todos los órganos . Por Avilio Muñoz A […]

Por Allan Brito
Vida sin pan: Una vez que empiezas con insulina no hay vuelta atrás
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Derrumbando MITOS

La diabetes es resbaladiza, porque el aumento de la dosis de insulina a menudo conduce a un aumento de peso, presión arterial alta y colesterol elevado. Recuerde: la insulina es una hormona constructura  de  grasa así como  también estimula el apetito y produce  alteraciones en todos los órganos .

Por Avilio Muñoz A MD

Mejorar el azúcar en la sangre eso es cierto que es importante , pero el riesgo general de enfermedad cardíaca no desaparece. Por eso la insulina debería ser el último recurso para controlar el azúcar en la sangre y la diabetes. Y si tiene que recibir insulina, administrece la menor cantidad posible.

Comiendo alimentos enteros no procesados, frescos y haciendo ejercicio vigoroso con frecuencia diaria, mantendrá bajo el nivel de azúcar en la sangre y disminuirá la necesidad o eliminara la necesidad de insulina.

Al comprender y tratar todas las causas subyacentes de la diabetes, existe la probabilidad no solo de eliminar el tratamiento con insulina, sino también de revertir la diabetes y la resistencia a la insulina.

Esto no se ve tanto en la atención médica convencional, porque el tipo de dieta y la intervención en el estilo de vida no son adecuados ni están diseñados adecuadamente para revertir la diabetes.
Esto es  posible que con un  enfoque de tratamiento adecuado:  apoyo en  enseñanza del  cambio de comportamiento sostenible (estilo de vida) y medidas higieno-dietéticas.

¿Deberían los diabéticos  tratar de controlar su azúcar en la sangre?  ¡Por supuesto que si!

Está demostrado que un nivel elevado de azúcar en la sangre causa lesiones en vasos pequeños que conducen a la ceguera, daño renal, daño a los nervios y cataratas.

Pero la raíz no es esa propiamente dicha, es la toxicidad de la  insulina que se libera con cifras altas de azúcar en sangre, y  la principal causa de precipitar la muerte en diabéticos, a travéz de las consecuencias secundarias: enfermedad cardíaca, ataque cardíaco y accidentes vasculares cerebrales.

Pero estos problemas se abordan mejor no a través de medicamentos, sino tratando la raíz del problema. El cuerpo humano no tiene deficiencia de medicamentos en particular.

Son los niveles elevados de insulina los que causan presión arterial alta, colesterol y otros más para no enumerarlos todos, no son los altos niveles de azúcar en la sangre.

Bajar el nivel de azúcar en la sangre sin tener en cuenta las causas subyacentes le da una falsa sensación de seguridad y lo lleva a creer que está haciendo algo bueno para prevenir ataques cardíacos y muerte prematura. Desafortunadamente, la evidencia muestra lo contrario.

Muy poco lo que se habla de lo nocivo que es el azúcar.

El descubrimiento de la insulina fue el tipo de milagro moderno que el establishment supo cómo explotar. La producción de insulina era y representa una fortuna para la industria farmacéutica. Los pacientes con diabetes representaba un mercado cautivo, un millón de personas a principios del 1900. El surgimiento de la dependencia al azúcar en la década de 1920 aseguraba que este provechoso mercado aumentaría anualmente.

Las inyecciones de insulina resultaban caras pero paliativos manejables, nada de curas rápidas o baratas. Millones de diabéticos se volverían dependientes de la insulina para el resto de sus vidas.

La insulina era algo que podía ser empaquetado y vendido en el mostrador de una farmacia, junto con el equipo de uso, jeringas, etc. Esto cautivó la imaginación de una sociedad orientada a las drogas y feliz con las vacunas.

Así se conservaba la vida de los diabéticos con inyecciones de insulina, extraída de las glándulas pancreáticas de animales sacrificados en los mataderos. Mucha gente que habría podido morir sobrevivió — si podía afrontar el gasto — para engendrar descendientes propensos a la diabetes.

La clasificación de variedades de diabetes se multiplicó. La diabetes mellitus — la inflamación de miel que causa un copioso paso de orina — fue suplantada por la moderna y sintomática terminología: hipoinsulinismo (hipoproducción de insulina) y Diabetes.

En 1929, el doctor Frederick Banting, descubridor de la insulina, intentó decirnos que su descubrimiento era simplemente un paliativo, no una cura y que la forma de prevenir la diabetes era cortando el exceso peligroso: el Azúcar.

“En los Estados Unidos, la incidencia de diabetes ha aumentado proporcionalmente con el consumo per cápita de azúcar — nos advirtió —. Con el calentamiento y recristalización del azúcar natural de caña, algo queda alterado convirtiendo a los productos refinados en alimentos peligrosos”.

Datos procedentes de Inglaterra indicaban que la insulina puede retardar las muertes por diabetes. Eso es todo. Pero la verdad fue cruel. Las estadísticas demostraron lo contrario.

Antes de la introducción de insulina en Gran Bretaña, las muertes por diabetes eran: 110 por millón en 1920, 119 por millón en 1922, 112 por millón en 1925. Después de la introducción de la insulina las muertes por diabetes fueron de: 115 por millón en 1926, 131 por millón en 1928, 142 por millón en 1929, 145 por millón en 1931.

En la década de 1930, brillantes investigadores en los Estados Unidos descubrieron que los chinos y los japoneses que consumen arroz como alimento principal, tenían muy poca diabetes. También observaron que los judíos e italianos estaban entre los grupos étnicos con más alta incidencia de diabetes.

Con estos datos, ignorando la vasta diferencia en el consumo de azúcar refinada entre Oriente y Occidente, pudieron concluir que los judíos consumen una gran cantidad de grasas animales y los italianos eran generosos consumidores de aceite de oliva; la gente con mayor probabilidad de ser diabética es la que consume cantidades excesivas de grasa.

Otras estadísticas en los Estados Unidos mostraban que la explosión diabética descendió bruscamente durante la I Guerra Mundial (cuando el azúcar estaba racionada).

La medicina sólo dispone de una respuesta válida para prevenir la nostalgia por azúcar,  hipoglicemia, o pre-diabetes: una nutrición preventiva. ¡Deje de comer azúcar!

Déjela — antes de arruinar sus glándulas adrenales — antes de que termine Ud. padeciendo los resitencia insulinica, hipoglicemia, prediabetes o como quiera llamarlo. ¿Cuánto dinero puede alguien cobrarle por un simple consejo como éste?

Cincuenta años después del mentado descubrimiento de la insulina, el número de diabéticos ha aumentado implacablemente.

Desde la I Guerra Mundial hasta la guerra del Vietnam, los exámenes físicos de enlistados de dieciocho años muestran un aumento continuo de rechazos por diabetes, sin tomar en cuenta a los resistentes insulinícos. Las estadísticas de los setenta indican una tasa de inhabilidad militar del 12 por ciento.

La diabetes es causa principal de la ceguera, así como un contribuyente principal en incapacidad física y en mortalidad por enfermedades cardíaca y renal. Las estimaciones sobre el número de diabéticos en Estados Unidos son de 4 a 12 millones.

El número de prediabéticos, gente con hipoglicemia, hiperinsulinismo, o bajo nivel de glucosa sanguínea—el antagónico complementario y a veces precursor de la diabetes — se estima que sea aún mayor.

Las llamadas para auto regulación destinadas a controlar las enfermedades causadas por el azúcar quedan sumergidas por el clamor por más fondos federales para encontrar una poción, una pastilla, una inyección, quizás un mágico marcapasos atómico-pancreático, que pueda un día conquistar mágicamente a la enfermedad.

Lo malo es que la gente desea la salud y simultáneamente permitirse comer su pastel de azúcar.

@Avilio Munoz A.

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