Votar NO el 24 de febrero es la manera más práctica y eficaz, posiblemente irrepetible, de expresar masivamente el rechazo al totalitarismo comunista en Cuba. Práctica, porque es la alternativa que ofrece la propia boleta del referendo con su casilla para el NO; eficaz porque al marcar NO de forma clara e inequívoca la boleta se torna palpablemente contable.
Por: Santiago Alpizar (Abogado de inmigración residente en Miami)
Cada NO se convierte en estadística opositora perfectamente documentada. Cada NO es un documento de rechazo, oposición y condena. Cada NO será defendible en el conteo que cada colegio viene obligado —por ley— a efectuar al final de la jornada del referendo en presencia de todos los ciudadanos que así lo deseen.
Cada votante de un NO puede exigir que su voto cuente no sólo al colegio donde lo marcó, sino también a la Comisión Nacional Electoral, a los tribunales cubanos en proceso administrativo y de ahí a la comunidad internacional, que solo apoya a opositores militantes organizados en plataformas de lucha cívica que empleen la ley como recurso disidente. Y en este caso es fácil porque el propio régimen ofrece la privacidad íntima del recinto de votación para plasmar la marca segura del NO al comunismo y a la servidumbre, a los Castros y a sus acólitos.
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