Los diplomáticos estadounidenses que prestan servicios en países con una infraestructura médica deficiente y altas tasas de infección por coronavirus están expresando sus frustraciones sobre la forma en que los altos funcionarios en Washington están distribuyendo las vacunas contra el virus, según notas de la reunión, entrevistas y documentos obtenidos por The Washington Post.
El suministro limitado de dosis de las vacunas ha obligado a los líderes del Departamento de Estado a tomar decisiones difíciles y poco envidiables, y ha creado experiencias humillantes para los diplomáticos estadounidenses que representan al país más rico del mundo.
Manejar la escasez es un desafío temprano para el Secretario de Estado Antony Blinken, quien se ha comprometido a restaurar la “ moral y la confianza ” en el departamento.
Al menos 13 gobiernos extranjeros se ofrecieron a inocular a los funcionarios estadounidenses que prestan servicios en el extranjero con sus propios suministros de vacunas Moderna y Pfizer fabricadas en Estados Unidos, un gesto que el Departamento de Estado ya ha aceptado, dijeron altos funcionarios estadounidenses.
El departamento está evaluando ofertas de al menos otros ocho países que están dispuestos a hacer lo mismo.
En Rusia, algunos miembros del personal del Departamento de Estado pidieron a Moscú dosis de su vacuna Sputnik V de fabricación rusa después de que Washington no pudiera prometer la entrega de dosis de vacunas fabricadas en Estados Unidos en un futuro cercano, dijeron las autoridades.
La vacuna Sputnik no ha sido aprobada por la Organización Mundial de la Salud o los Centros para el Control y la Prevención de Enfermedades de EE. UU. El Departamento de Estado no recomienda a sus empleados que lo tomen, pero les permite tomar sus propias decisiones de salud, ya que la pandemia se cobra más de 2.4 millones de vidas en todo el mundo.
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