La gran pregunta que nos hacemos estos días es: ¿cómo hacer que comulguen salud y economía?, pregunta sustentada en argumentaciones válidamente motivadas en: la preocupación por evitar el inminente contagio por el virus, y en paralelo, la abrupta caída transversal en la generación de ingresos y el inminente impacto de ello en el ciudadano de a pie.
Por Carlos Escaffi Rubio (*)
En consecuencia, no solo se trata de tener enfoques voluntaristas, porque por más buena voluntad que se tenga y el enfoque humanista prime en la organización, si no hay generación de recursos, no hay forma que se pueda mantener una planilla de sueldos, así de simple y claro.
Seamos objetivos, pragmáticos y sobre todo realistas, o como me señaló aquel profesional que hacía taxi: “sino salgo, no tengo qué echar a la olla”.
Otra pregunta que ha sido motivo de diversos análisis y consultas es: ¿cómo mantener los empleos en la pequeña y mediana empresa con medidas reales, que guarden relación con la actual situación económica y social?, ¿cómo hará la pequeña y mediana empresa para honrar las deudas contraídas?.
En varias naciones lationamericanas se ha esbozado como solución paliativa el adquirir una nueva deuda, a una menor tasa por cierto, pero aquí corresponde el efectuar una contra pregunta, ¿estará en condiciones la pequeña y mediana empresa ya endeudada, en adquirir otra deuda, por más baja que sea la tasa de interés?.
Sin lugar a dudas creo que los esfuerzos deben ser más tangibles, más aterrizados y tropicalizados, teniendo en consideración factores culturales e idiosincracia local, como por ejemplo, la empresa que tiene trabajadores en planilla y otra dotación a honorarios, ¿cómo quedan estos últimos ante una desvinculación?.
Por lo anterior, se hace necesario el diálogo entre la industria y Estado, un diálogo sincero, realista y al más alto nivel. El esfuerzo para afrontar la actual situación deber ser público y privado.
En tiempos del COVID, desde mi modesta opinión, estimo que las comunicaciones epistolares si bien cumplen la forma y el protocolo necesario, se requieren acercamientos directos y consensuados entre industria y Estado, sin temores, ni lecturas entre líneas.
No se puede pretender mantener el statu-quo, de cara a la actual contingencia internacional. Reitero, la obligación de análisis realista y no purista.
Por otro lado, el Estado debe implementar un plan de priorización de recursos, por ejemplo, limitar las comisiones de servicios al exterior, ahorro de recursos de bienes y servicios, reducir al máximo posible los gastos de representación y atenciones protocolares, y por cierto, cumplir con sus proveedores cancelando las facturas pendientes, pues la cadena de pagos no puede romperse y menos por el lado del Estado.
Finalmente, debe entenderse que el COVID no solo pone en riesgo nuestra salud, sino también nuestras fuentes de ingresos.
(*) Analista internacional, gerente general de IMAGINACCION Perú, profesor de la Pontificia Universidad Católica del Perú, ex funcionario de PROCHILE.
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