Opinión, Política

Carlos Escaffi Rubio: El retiro de las bolsas y la necesidad de cambiar hábitos

Suscribo plenamente el cuidado del medio ambiente y los resguardos que se deben implementar respecto de los efectos nocivos que impactan en nuestras ciudades y mares al desechar sin control alguno las controversiales bolsas de plástico, esas que en Perú se consumen cerca de 3 mil millones al año, tardándose cada una casi 400 años […]

Por Allan Brito
Carlos Escaffi Rubio: El retiro de las bolsas y la necesidad de cambiar hábitos
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Suscribo plenamente el cuidado del medio ambiente y los resguardos que se deben implementar respecto de los efectos nocivos que impactan en nuestras ciudades y mares al desechar sin control alguno las controversiales bolsas de plástico, esas que en Perú se consumen cerca de 3 mil millones al año, tardándose cada una casi 400 años en descomponerse.

Por  Carlos Escaffi Rubio *

Y es que si bien se ha dicho mucho al respecto y hoy existe una cruzada para acabar con ellas, lo que no se ha hecho, o, los esfuerzos aún no cubren la necesidad inminente de concientizar, es la activación potente de una campaña social dirigida que tenga como fin educar respecto del cómo se deberá proceder en cuanto a los desperdicios domésticos se refiera, sobre todo, cuando en efecto ya no cuente con el respaldo o banco de bolsas (en algunos casos), debajo del lavaplatos de vuestro hogar.

A partir del 1° de agosto se empezará a cobrar S/ 0.10 por cada bolsa de plástico, la misma bolsa que antes era regalada en el supermercado, tiendas por departamento, bodega de la esquina y la casera del mercado de barrio y que usted probablemente guardaba de manera ritualista debajo del lavaplatos, con la finalidad que ésta le sirva para segundos usos domésticos, que van desde el desecho de desperdicios de cocina, baños y demás.

Pues bien, en agosto esa bolsa ya no será gratis, usted deberá pagar por ella, o bien, empezar a generar conciencia de cómo enfrentar los desechos de Residuos Sólidos Urbanos – RSU, así como también de los diversos percolados o aguas residuales domésticas.

Entonces, estando prácticamente a dos meses de la entrada en vigencia de la Ley Nº 30884, la cual regula el plástico de un solo uso y los recipientes o envases descartables, aplicando impuesto al consumo de bolsas plásticas, el mismo que considera una escala de S/ 0,10 en el 2019, S/ 0,20 en el 2020, S/ 0,30 en el 2021, S/ 0,40 en el 2022, S/ 0,50 en el 2023, y así incrementándose cada año.

Resulta lógico el empezar a generar conciencia sobre cómo desechar correctamente los restos de alimentos del día anterior, por ejemplo, pregúntese ¿cómo desechaba los restos de sopa?, ¿cómo desechará ahora los desechos higiénicos con alto contenido de celulosa? (papel higiénico, toallas higiénicas, pañales, etc), ¿cómo se acopiarán los desechos domésticos en el cuarto de limpieza de su edificio? (descontando por cierto los contenedores de residuos reciclables).

Sin duda alguna deberá fomentarse el reciclaje, pero también será de vital necesidad el enfocarse rápidamente en una campaña tropicalizada con foco en los hábitos domésticos de desecho de desperdicios. Lo peor que nos podría pasar, por ejemplo, es que los desechos higiénicos terminen siendo evacuados vía red de alcantarillado y ésta termine colapsada, tal cual el lamentable episodio ocurrido hace algunos meses en San Juan de Lurigancho.

Recursos y financiamiento para una lúdica, entretenida y sólida campaña de cobertura nacional de cambios de hábitos en el desecho de desperdicios, estoy seguro que no faltarán;  de hecho, pensando en un análisis de enfoque de responsabilidad compartida, la iniciativa privado – pública, debería provenir del sector retail que por cierto ya no tendrá que comprar importantes lotes de bolsa a su costo.

Hoy los lotes que compre serán trasladados a ese distraído consumidor final que probablemente no haya ido prevenido a hacer sus compras con alguna bolsa reutilizable para llevarse el pescado, pollo, papas o mondongo que compró y que ahora no tendrá a disposición la bolsita necesaria.

Termino esta nota  recordando la época en la que me tocó trabajar como dependiente en un conocido supermercado de origen chileno, en donde un área apetecida para los jóvenes era la zona de aduanas, es decir, los que empacan sus compras. Ahora, ¿se verán afectados por el fastidio del clientes cuándo le digan que la bolsita ahora cuesta?, ¿Se verá mermada la exigua propina que voluntariamente se les dejaba?, ¿Qué pasará con esa fuente laboral?

(*) Carlos Escaffi Rubio es gerente general de IMAGINACCION, docente PUCP, ex funcionario de ProChile.

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