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¡Pareja perfecta! Conoce los mejores vinos dulces para acompañar el postre

Selección de vinos dulces y postres con los que maridarlos. Es decir, me dispongo a realizar apología del azúcar y el alcohol. El nuevo tabaco, el nuevo uranio enriquecido, la nueva tauromaquia. Si hay algo perseguido en la actualidad, y que tiene pinta de que acabará, si no prohibido, muy restringido para finales de este […]

Por Allan Brito
¡Pareja perfecta! Conoce los mejores vinos dulces para acompañar el postre
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Selección de vinos dulces y postres con los que maridarlos. Es decir, me dispongo a realizar apología del azúcar y el alcohol. El nuevo tabaco, el nuevo uranio enriquecido, la nueva tauromaquia.

Si hay algo perseguido en la actualidad, y que tiene pinta de que acabará, si no prohibido, muy restringido para finales de este siglo, eso es el azúcar y el alcohol, reportó Esquire.

1. Gramona, Vi de Glass, Gewürztraminer, 2009, DO Penedés.

Gramona es una bodega vinculada al espumoso, siendo, junto a Recaredo, posiblemente la mejor en cuanto a espumoso mediterráneo.

Pero yo vengo aquí a traficar con refinados. Y en esto también destacan con el asombroso, impronunciable, y nada fácil de escribir, Gewürztraminer. Variedad algo odiable en secos por sus agobiantes aromas a rosas, pero que en vinos de postre da su mejor versión.

Desde luego este es de clase mundial. Con unas torrijas te arregla la tarde. Que lo mismo luego veis borroso por un ojo y se genera una alarma ictus, pero la tarde te la arregla.

2. Bodegas Toro Albalá, Don PX, Reserva 1990, DO Montilla Moriles.

Uno de mis grandes recuerdos de infancia era cuando en mi casa se hacía un flan Royal. Yo no sé si esto se sigue comercializando. Eran unos polvitos que mezclabas con lo que fuera y aparecía un flan.

Toda la obra de J.K. Rowling está basada en esta magia e ilusión.

Del flan en sí no me acuerdo, pero al ser un postre preparado, en el pack se incluía un sobre con el caramelo, y era normal que me dieran un poco del que sobraba. Nostalgia total.

3. Gutiérrez de la Vega, Recóndita Armonía, Monastrell Dulce, 2007, DO Alicante.

Esto es un pepinazo de una de las bodegas con más culto en este país. Dulce tinto repleto de clase y elegancia cuyo nombre evoca el título de la primera romanza de la ópera Tosca.

Además, es muy curioso, porque no satura nada, pudiendo caer en un santiamén, lo que no le va a venir nada bien a tu línea, aunque, afrontémoslo, el público de este artículo hace tiempo que dejó su línea atrás.

Ese barco zarpó, ese tren salió, ese avión despegó. Asúmete y bébelo mientras te metes una cheesecake para el cuerpo.

4. Graham´s Tawny Port, 40 años, Oporto.

Vamos a Oporto (o Porto desde que el léxico panenkita se ha instalado en nuestros corazones (–aquí mis favoritos son los que llaman al CSKA el “cheska”-), famoso por su equipo de fútbol y sus vinos dulces.

En el Oporto top hay dos estilos diferenciados: el Ruby (más vinoso) y el Tawny, vinos encabezados, oxidados, envejecidos en madera, en este caso 40 años, que alcanzan una complejidad estratosférica sin ser muy dulces.

De hecho, para muchos los Tawnys de tantos años no hay que mezclarlos con comida, mejor a palo seco, en modo de sobremesa, como si estuviéramos ante un destilado.

5. Château d´Yquem, 2015, Sauternes, Burdeos.

En una selección de dulces no podría no estar el blanco más famoso del mundo y responsable de alguna de las botellas más prohibitivas del mercado.

De hecho, el famoso 1806, “recorchado” por rotura, lo tenéis en el muy recomendable restaurante Atrio de Cáceres (dos estrellas Michelin) a 310.000 euros. Mi pregunta es, si pides este vino, ¿te invitan a los cafés y/o postre? ¿Te cobran el pan? Yo es que esas pequeñas invitaciones las valoro mucho.

De todos modos, vamos con una añada más asequible y, por tanto, mas reciente, pero muy prometedora como esta 2015 que habrá que guardar unos treinta años para que el paso del tiempo la evolucione y complejice. Y es que estos vinos son de titanio.

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