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Wu Lien-teh, el médico malayo que inventó las mascarillas

Con el fin de frenar la propagación de un virus letal en su país, el médico malayo Wu Lien-teh inventó las mascarillas, reportó elpais. Hoy en día, las mascarillas se han transformado en uno de los mayores aliados para evitar la propagación del COVID-19. Aunque hoy día son parte del paisaje cotidiano, hace un siglo […]

Por Allan Brito
Wu Lien-teh, el médico malayo que inventó las mascarillas
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Con el fin de frenar la propagación de un virus letal en su país, el médico malayo Wu Lien-teh inventó las mascarillas, reportó elpais.

Hoy en día, las mascarillas se han transformado en uno de los mayores aliados para evitar la propagación del COVID-19.

Aunque hoy día son parte del paisaje cotidiano, hace un siglo las mascarillas no eran bien recibidas por parte de la colectividad. Ello a pesar de la aparición de la implacable “peste de China”.

Una epidemia desconocida arrasó el noroeste de China en 1910. Los muertos se contaban por centenares cada día y el Gobierno decidió dejar todo en manos de un solo médico: el doctor Wu Lien-teh.

Las autoridades confiaron en él para investigar la enfermedad e identificarla.

Y lo hizo: era la peste neumónica, altamente contagiosa y que se propagaba por transmisión respiratoria.

En solo cuatro meses, este científico malayo de origen chino le puso fin con una batería de medidas que recuerdan mucho a las utilizadas hoy para evitar el coronavirus

Cuarentena, restricciones en los desplazamientos y la fabricación de una mascarilla especial con algodón, gasa y varias capas de tela que obligó utilizar a la población.

Era el nacimiento de las mascarillas quirúrgicas, tan populares en el mundo este último año,

Wu Lien-teh nació tal día como hoy, 10 de marzo, hace 142 años, en 1879, en la provincia malaya de Penang.

Su infancia es tan desconocida como para la mayoría de malayos lo es toda su carrera profesional y sus logros médicos.

Hasta su mayoría de edad apenas se sabe que era hijo de emigrantes chinos de la ciudad de Taishan y que se fue a estudiar a Cambridge gracias a una beca. A partir de ahí su carrera es tan meteórica como reconocida.

Cursó primaria y secundaria en la Escuela Libre de Taishan, y a los 17 años recibió la prestigiosa beca Queen’s Scholarship y fue admitido en la Universidad de Cambridge en el Reino Unido.

Completó sus estudios de Medicina dos años antes que sus 135 compañeros y se convirtió en el primer estudiante de ascendencia china en obtener un doctorado en Cambridge.

Ya doctor, completó su formación en Alemania y en París y, a pesar de que la medicina privada le reportó prestigio y dinero, nunca dejó de lado a los más necesitados ni abandonó su implicación social.

Reivindicó la igualdad de derechos y oportunidades en la educación de mujeres y hombres y se posicionó contra la discriminación racial.

Con una nueva beca de investigación, Wu acabaría realizando un estudio de posgrado sobre la malaria en la Escuela de Medicina Tropical de Liverpool y otro de bacteriología en el Instituto de Higiene de Halle en Alemania.

También estudió en el Instituto Pasteur en París.

https://www.youtube.com/watch?v=tbTP7N82E1g

Al poner sus conocimientos y su formación al servicio de la sociedad en lugar de buscar su prestigio personal, no solo cambió su vida sino que logró transformar el curso de la historia médica de China y del mundo.

Al regresar a Malasia, Wu Lien-teh se unió al Instituto de Investigación Médica de Kuala Lumpur durante un tiempo, antes de establecerse con su clínica privada en Penang.

Sin embargo, su vida cambió definitivamente en 1907, cuando el gran consejero del Gobierno de la dinastía Ching le ofreció el puesto de subdirector del Colegio Médico del Ejército Imperial en Tientsin.

En el otoño de 1910, estalló en la región nororiental de China la mortífera epidemia de la peste que había acabado con una cuarta parte de la población europea en el siglo XIV.

La primera muerte tuvo lugar en la ciudad fronteriza de Manzhouli, cerca de Rusia, y la enfermedad se extendió rápidamente a Harbin.

Era el nuevo municipio internacional que surgió del desarrollo de los ferrocarriles en la región china. En cuatro meses se extendió por cinco provincias y seis ciudades, matando a más de 60.000 personas.

La epidemia se convirtió en una crisis de salud internacional cuando los residentes de Harbin comenzaron a abandonar la ciudad y arrojaron los cadáveres a las calles.

El creciente número de muertos alarmó a las autoridades y en esta situación crítica se le encomendó al doctor Wu investigar la epidemia.

Seguro de sí mismo, aceptó casi sin pensar un puesto que otros rechazaron. Wu llegó a Harbin el día de Nochebuena con un traductor y sin instrumentos médicos sofisticados.

Tres días después de su llegada a la truculenta ciudad, Wu realizó la primera autopsia en China a una mujer que había muerto a causa de la epidemia.

A partir de sus investigaciones concluyó que la devastadora enfermedad era la peste neumónica, y que podría transmitirse por el aliento humano y los fluidos

Esto iba en contra de la creencia general de Occidente, que pensaba que la peste solo podía transmitirse por ratas o picaduras de pulgas.

Wu creó hospitales especiales para pacientes infectados, estaciones de cuarentena, bloqueos para controlar el movimiento de la población y de los transportes y equipos de patrulla para revisar todos los hogares en busca de nuevos casos. S

No obstante, su revolucionaria idea fue diseñar y fabricar una mascarilla quirúrgica especial a base de algodón y gasa, a la que añadió varias capas de tela para filtrar las inhalaciones.

Recomendó a la población que empleara este producto para evitar los contagios.

El doctor Wu Lien-teh falleció tras sufrir un derrame cerebral el 20 de enero de 1960. Tenía 81 años y hacía una semana que había regresado a su nuevo hogar en Penang.

Su muerte fue llorada por la comunidad médica internacional, pero su legado perdura.

En 2008, el hospital Dr. Wu Lien-Teh Memorial y una escuela también con su nombre se construyeron en la ciudad que salvó de la pandemia, Harbin.

Numerosas estatuas de bronce en la Universidad Médica de Harbin y en el Hospital Universitario de Pekín homenajean también al impulsor del Servicio de Salud Pública de China.

Es considerado el padre de la medicina moderna en el gigante asiático. Y el creador de las mascarillas

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