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Rafael Arráiz Lucca: Tres meses en Miami

El poeta venezolano Rafael Arráiz Lucca reflexionó en un artículo escrito para Prodavinci sobre por qué Miami se ha convertido en un imán para los latinoamericanos, y relató cómo fue su experiencia viviendo en esta ciudad por tres meses. “La única vez que estuve allí durante tres meses fue en 2010. Indagaba por ofertas laborales […]

Por Allan Brito
Rafael Arráiz Lucca: Tres meses en Miami
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El poeta venezolano Rafael Arráiz Lucca reflexionó en un artículo escrito para Prodavinci sobre por qué Miami se ha convertido en un imán para los latinoamericanos, y relató cómo fue su experiencia viviendo en esta ciudad por tres meses.

“La única vez que estuve allí durante tres meses fue en 2010. Indagaba por ofertas laborales y experimentaba el tema de las distancias: ir a comprar algo en cualquier sitio era trajinar una ristra de kilómetros interminables, en una planicie sin montañas, desconcertante para un caraqueño”, contó.

“Aquellos tres meses los pasé en tres sitios distintos: Coral Gables, Doral y Key Biscayne. Me habían prestado una Van familiar en desuso y me movía por aquella red interminable de autopistas, en una ciudad que ha ido trocando su vocación turística por otra de orden empresarial, además de ser una suerte de melting pot latinoamericano, en el que todos los acentos del español se mezclan en una farmacia o una cafetería”, continuó.

Arráiz Lucca cree que Miami es una ciudad atractiva para los latinos porque allí encuentran un futuro prometedor, en una tierra le abre las puertas a todos.

“Creo que hallan allí lo que es escaso en nuestros países: orden, seguridad jurídica y física, respeto a la ley, créditos para comprar casas, electrodomésticos, automóviles. Un futuro prometedor. Por otra parte, llevan una vida poco gregaria. En sus casas, que son las cabañas electrónicas soñadas, con interacciones muchísimo menos frecuentes que las que llevaban a diario en sus países de origen. Muchos, nostálgicos del mundo original, pero satisfechos de haber pasado la página y haberse entregado al sueño americano. Y han escogido un lugar sin pasado, un lugar nuevo en el que nadie tiene más de una generación. Es una tierra de nadie que puede ser de todos”, reflexionó.

También habló sobre su experiencia con el cambiante clima de la ciudad: “Las que sí son prodigiosas son las playas de La Florida. Coralinas, con olas, en una lengua de arena de decenas de kilómetros que forman, probablemente, la línea playera más larga del mundo. Sin cocoteros, los huracanes los limitan mucho, no son playas con sombra natural, pero a cambio ofrecen la vastedad. Siempre que he estado allí me ha sorprendido la velocidad con que puede cambiar el cielo. En minutos puede desatarse un temporal ronco y húmedo, y media hora después vuelve a reinar la bendita incandescencia del sol y el calor más reconfortante”.

“Un pariente muy querido y socio de uno de los pocos clubes de golf con solera, El Riviera, me comentó que los gringos que juegan golf allí han dicho: “Los norteamericanos en el club ya somos menos del 10 %. ¿Qué van a hacer con nosotros?”. Lo mismo ocurre en todos los ámbitos. Miami es una de las capitales de América Latina”, concluyó.

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