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Biden se reúne con las familias afectadas por la masacre de Texas

Con el fin de consolar a las familias afectadas por la masacre de Texas, el presidente Biden y la primera dama visitaron la ciudad de Uvalde. La visita a la ciudad de Uvalde es el segundo viaje de Joe Biden en cuestión de semanas para consolar a una comunidad que está de luto tras una […]

Por Allan Brito
Biden se reúne con las familias afectadas por la masacre de Texas
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Con el fin de consolar a las familias afectadas por la masacre de Texas, el presidente Biden y la primera dama visitaron la ciudad de Uvalde.

La visita a la ciudad de Uvalde es el segundo viaje de Joe Biden en cuestión de semanas para consolar a una comunidad que está de luto tras una pérdida asombrosa.

El 17 de mayo estuvo en Buffalo, Nueva York, para reunirse con las familias de las víctimas y condenar el supremacismo blanco después de que un pistolero racista que defendía la “teoría del reemplazo” matara a 10 personas negras en un supermercado, reportó DiariolasAmericas.

Profundas divisiones en el país

Los tiroteos de Texas y Nueva York y sus consecuencias han puesto de manifiesto las profundas divisiones en el país y su incapacidad para llegar a un consenso sobre las medidas para reducir la violencia con armas de fuego.

“El mal llegó a esa aula de la escuela primaria en Texas, a esa tienda de comestibles en Nueva York, a demasiados lugares donde han muerto inocentes”, declaró Biden el sábado durante un discurso de graduación en la Universidad de Delaware. “Tenemos que ser más fuertes. Debemos ser más fuertes. No podemos prohibir la tragedia, lo sé, pero podemos hacer que Estados Unidos sea más seguro”.

Biden tiene programado visitar un sitio de homenaje montado frente a la escuela primaria Robb antes de asistir a una misa en una iglesia católica local.

También tenía previsto reunirse con los familiares en un centro comunitario y después con los socorristas en el aeropuerto local antes de regresar a Washington, informó la Casa Blanca. No se espera que pronuncie un discurso formal.

Mckinzie Hinojosa, cuya prima Eliahana Torres fue asesinada el martes, dijo que respetaba la decisión de Biden de estar de luto con la gente de Uvalde. “Es más que un duelo”, afirmó. “Queremos un cambio. Queremos acción. Sigue siendo algo que ocurre una y otra vez. Se produce un tiroteo masivo. Sale en las noticias. La gente llora. Luego todo desaparece. A nadie le importa. Luego vuelve a ocurrir. Otra vez”.

“Si hay algo que podría decirle a Joe Biden, tal y como está, es que respete a nuestra comunidad mientras esté aquí y estoy seguro de que lo hará”, añadió. “Pero necesitamos un cambio. Necesitamos hacer algo al respecto”.

La visita de los Biden a Uvalde se produce en medio de un creciente escrutinio de la respuesta policial al tiroteo. Las autoridades revelaron el viernes que los estudiantes y los profesores suplicaron repetidamente a los operadores del número de emergencias 911 que les ayudaran, incluso cuando un comandante de la policía dijo a más de una decena de agentes que esperaran en un pasillo. Los funcionarios dijeron que el comandante creía que el sospechoso estaba atrincherado dentro de un aula contigua y que ya no había un ataque en marcha.

 

Testimonios

En momentos en que se conocen crudos testimonios de los niños que sobrevivieron al ataque, el mandatario instó a actuar para prevenir futuras masacres en un país donde los esfuerzos para endurecer las regulaciones de armas de fuego han fracasado repetidamente.

“No se puede hacer que los dramas sean ilegales, lo sé. Pero se puede hacer que Estados Unidos sea más seguro”, expresó Joe Biden en un discurso el sábado, lamentando que “tantas personas inocentes hayan muerto”.

“Así que hago un llamado a todos los estadounidenses en este momento para que se unan y hagan oír sus voces y trabajen juntos para hacer de esta nación lo que puede y debe ser”, dijo el presidente.

Mientras, trascendían inquietantes relatos de niños que sobrevivieron a la matanza del martes, cuando Salvador Ramos, de 18 años, abrió fuego con un rifle semiautomático.

Ramos ingresó a un aula, cerró la puerta y se dirigió a los niños: “Vais a morir todos”, antes de abrir fuego, relató un sobreviviente, Samuel Salinas, de 10 años, al canal ABC.

La policía admitió haber tomado una “decisión errónea” al demorar su ingreso al centro educativo tras ser alertada del tiroteo.

En efecto, tardó cerca de una hora en poner fin a la masacre, a pesar de varias llamadas de niños que pedían una intervención. Los 19 agentes que se encontraban en el lugar esperaban la llegada de una unidad especializada.

A la postre, Ramos fue ultimado por la policía.

“Nadie gritó”

Los sobrevivientes del ataque dijeron haber realizado llamadas susurradas y suplicantes al 911. Algunos se hicieron los muertos para evitar llamar la atención del tirador.

Samuel Salinas contó que se tiró al piso para simular su muerte.

Lo mismo hizo Miah Cerrillo, de 11 años, para escapar de la atención de Salvador Ramos. La niña se cubrió con la sangre de un compañero, cuyo cadáver estaba junto a ella, dijo a la cadena CNN fuera de cámaras.

Acababa de ver como Ramos mató a su maestra después de decirle “buenas noches”.

Otro estudiante, Daniel, contó al periódico The Washington Post que mientras las víctimas esperaban a que la policía viniera a rescatarlos, nadie gritó.

“Estaba asustado y estresado, porque las balas casi me pegan”, dijo.

Su maestra, que resultó herida, les susurró que “mantuvieran la calma” y “quedaran quietos”.

Finalmente fue rescatado por la policía, que rompió las ventanas de su salón de clases. Desde entonces, sufre recurrentes pesadillas.

Impulso de solidaridad

Desde el miércoles, vecinos de esta pequeña ciudad y de otras localidades acuden a todas horas al memorial improvisado con 21 cruces de madera blancas instaladas en la plaza con el nombre de 19 niños y dos maestras muertos.

Los asistentes, en silencio, forman un círculo en torno al memorial, se dan las manos y rezan.

También dejan flores y peluches que se unen a los numerosos mensajes de cariño escritos en las cruces, palabras como “Te quiero” o “Te extrañaré”.

“Es importante estar aquí, darle el pésame a la comunidad”, dice Rosie Varela, de 53 años, que viajó una hora desde la ciudad texana de Del Río, con su marido y su hijo adolescente.

“No están solos; estamos aquí para apoyarlos. Habría sido triste que nadie viniera aquí”, añade con lágrimas en los ojos.

“Tenemos que ayudar a estos niños a salir de este trauma, de este dolor”, dijo por su lado Humberto Renovato, de 33 años, quien nació y creció en Uvalde.

“Tener coraje”

La vicepresidenta Kamala Harris, quien a mediados de mayo estuvo en el funeral de una de las diez víctimas negras asesinadas en un tiroteo racista en Buffalo, Nueva York, dijo que “no permitiremos que aquellos que están motivados por el odio nos separen o nos asusten”.

También urgió a los legisladores a actuar. “El Congreso debe tener el coraje de enfrentarse, de una vez por todas, al lobby de las armas y aprobar leyes razonables de seguridad de armas”, tuiteó en alusión a la poderosa e influyente Asociación Nacional del Rifle (NRA).

El tiroteo de Uvalde es el peor que sufre Estados Unidos desde que 20 niños y seis adultos fueron acribillados en 2012 en la escuela primaria de “Sandy Hook”, en Newtown, Connecticut.

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